viernes, 6 de noviembre de 2020

 ¡ ARRE, BURRA !





Este artículo podrían escribirlo muchos " gatos ". En más de una ocasión el dueño de la burra y un amigo o varios amigos tuvieron que utilizar todas sus argucias de niño para que la burra - María, Juanita, Trotona, Caricias, eran nombres de burras en Cereceda -  se moviera. 

 La burra de la foto es una burra " especial " pues está preparada para hacer una carrera. Su albarda no es la que se usaba en Cereceda sino una albarda de carrera. 

Tampoco el lugar es un camino de la Hoja de Abajo o de la Hoja de Arriba. Es una playa con arena fina en la que las patas de la burra se han clavado y no hay forma de " desclavarlas " por mucho que Luisito tire de las " cabezás " y su amigo Juanín empuje.

Mi padre decía que las burras tienen la cabeza más " dura " que los burros, y que son más inteligentes. 

Los seguidores del blog recordarán con una sonrisa mis aventuras de niño con " la burra que sabía latín ", una burra que siempre estará unida a mis últimos años en el pueblo antes de iniciar los estudios de bachillerato.

Durante mis años de maestro en escuelas de caseríos, en Vizcaya, tuve ocasión de visitar a muchos aldeanos y aprender que la burra formaba parte de la cuadra con tanto " cariño " como las vacas lecheras. Aquellas burras estaban " enseñadas " a tumbarse para que cualquier miembro de la familia pudiera colocar en su lomo el " atado " de hierba verde recién aguadañada. Luego se le decía " ¡ aida ! " y la burra se levantaba con la carga y caminaba hacia el establo de las vacas. Un buen " puñado " de hierba era el premio por su comportamiento.

Mi recuerdo es hoy para un amigo, fallecido, que en algunas ocasiones me ayudó a " luchar " con los caprichos de mi burra " latinista."

Foto pinterest.es

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