miércoles, 11 de noviembre de 2020

 LA BALANZA

La balanza es un instrumento que sirve para medir la masa de los objetos.

Es una palanca de primer grado de brazos iguales que, mediante el establecimiento de un equilibrio entre los pesos de dos cuerpos, permite comparar masas.


En su forma más sencilla consiste en dos platos : en uno se coloca el objeto a pesar y en el otro se colocan una o varias pesas hasta nivelarlos.

La balanza se utilizaba para pesar los alimentos que se vendían a granel : carne, pescado, frutas, ...

En el bar de mis padres hubo durante algunos años, cuando yo era niño, una balanza que nunca supe dónde la adquirió mi padre. Estaba colocada sobre el mostrador del bar. En una caja estaban las pesas. La pesa más grande era la de un kilo, luego las de 100 gramos, las de 10 gramos y otras más pequeñas.

Mi madre era la vendedora de aquellos productos que había que pesar.

Un producto era el café portugués. Mi padre compraba paquetes cilíndricos de Café La Guapa a los portugueses y luego lo vendía en cantidades inferiores. Había mujeres que compraban 100 gramos o, incluso, cantidades inferiores.

Otro producto que se vendía en el bar eran las aceitunas. Un amigo de mi padre que vivía en El Madroñal, se encargaba de abastecerlo de mercancía. Cencio - Inocencio -, que así se llamaba, le traía las aceitunas en unos toneles de madera, que él subía desde su pueblo en un carro tirado por una mula. Las aceitunas venían con " caldo ". Mi madre las vendía " a peso " con la báscula. Mi padre y yo las vendíamos " a medida " con una caza de madera. Una mujer podía comprar el número de cazas que quisiera porque se las echábamos en un puchero o en una olla. Mi padre decía " que la venta salía mejor con la caza.". 

También vendíamos, mi madre con un método y mi padre y yo con otro, chochos salados - altramuces - que habíamos sembrado en algún linar y los desalábamos en el Periquito y en el pozo que teníamos - y allí sigue - en el huerto de casa.

Todos los años venía a visitarnos el Inspector de Pesas y Medidas, porque contralaba también las medidas del bar para la venta de vino, aguardiente y anís a granel. Este señor, además de comprobar que pesas y medidas eran " legales ", nos cobraba un dinero, que a mi padre " le sentaba muy mal " pagar.

Un día la balanza desapareció. Seguramente mi padre se la vendió a algún chatarrero o  la cambió por cacharros para cocinar.

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