martes, 23 de abril de 2024

ÍRSEME EL SANTO AL CIELO





La primera vez que escuché la frase fué en el corral de entrada a la casa de mi abuela en el barrio de La Esquina.

Don Antonio el párroco había ido a llevar unas hojas del Obispado a mi tía Floripe que era la Presidenta de la Acción Católica.

Mi abuela se encontraba en el corral sentada en una silla bajita enhebrando frejones de los que se colgaban en la sala y se comían en invierno con abundancia de tocino y huesos del cebón y algún trozo de adobado.

Yo estaba sentado en el suelo y dándole los frejones que habíann traído mis tíos en un cesto de los de sacar las patatas.

Me puse de pie y le di los " buenos días " a Don Antonio aunque todavía no tenía edad para ser monaguillo.

Se necesitaban 6 años para que el señor Eleuterio el sacristán te admitiera en su grupo de aprendices de monaguillo.

Don Antonio empezó a alabar los frejones y a preguntar a mi abuela de qué linar procedían - siempre eran del Valcabrero de Arriba - y cuánta paciencia se necesitaba para enhebrar la cesta llena de frejones, y cuánto tardaban en cocer y otros " secretos " culinarios.

Mi abuela seguía a su trabajo y yo me senté otra vez en el suelo para echarle frejones en el mandil, mientras Don Antonio hablaba y hablaba.

Al final preguntó por mi tía, que según mi abuela, estaba a regar el linar de Valdelobos.

Y entonces, Don Avelino le dijo a mi abuela :" Señora Fausta, ya no sé a qué he venido. Se me ha ido el santo al cielo ". Volveré otro día.

Cuando yo cerré la puerta de abajo de la puerta del corral, mi abuela, que era muy seria, empezó a reír y a decir " disparates " del párroco.

- Mira que decir que se le ha ido el santo al cielo, pero  ¿ a dónde van a ir los santos si no es al cielo ?.


Foto  Google.com

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