domingo, 1 de julio de 2018


LA CUERNA






La cuerna estaba siempre colgada detrás de la puerta de la cocina.
La cocina de la casa de mis padres tenía una puerta, partida por la mitad, que no se cerraba nunca excepto cuando llegaban los días de la matanza y las mujeres dejaban en la cocina las artesas con las " chichas " o con los lomos metidos en pimentón.
La cuerna era de una vaca que un día se saltó a un " prao " de Las Matas y se " perniquebró."
Las vacas tienen cuatro patas, dos delanteras llamadas manos y dos traseras  llamadas patas. En Cereceda se decía " perniquebrarse " o romperse una pierna.
La vaca la vendió mi padre a un carnicero de Ciudad Rodrigo pero le pidió que le diese los cuernos de aquella vaca, llamada Morucha. La Morucha era una vaca criada en casa.
Mi padre cortó con una sierra un trozo de cada extremo de un cuerno para convertirlo en una cuerna.
El otro cuerno se lo regaló al tío Gerardo. Mi padre y el tío Gerardo " ayugaban." Ayugar significa poner una vaca cada uno para " uñirlas " al yugo. Al yugo de arar o al yugo del carro. Mi padre y el tío Gerardo tenían media pareja cada uno y se ponían de acuerdo en los días que utilizaba uno u otro la pareja.
En esos años había muchos vecinos que ayugaban y otros que " uñían " una vaca y una novilla.
Esa cuerna era mi compañera cuando me encargaba de las ovejas del queso o cuando iba de " rabadán " para ayudar al pastor.
En la cuerna mi madre me ponía dos trozos de tocino frito, un trozo de " adobao " cocido y un trozo de chorizo cocido.
La cuerna tenía un tapón de corcho fijo en el extremo delgado y un tapón de corcho movible en el extremo más ancho, enganchado a la cuerna con un alambre.
La " cayá ", la cuerna y la navaja eran parte importante de mi vestuario de pastor.

                Foto   www.google.es

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