jueves, 15 de octubre de 2020

VOY A LOS HUERTOS CON MI BURRA



En Cereceda era costumbre que los hombres fueran a los huertos " montados " en su burra o en su burro.

El burro era un animal muy necesario en el pueblo porque siempre que se iba al huerto había " algo " para traer. Unas veces era para la familia, otras veces para los animales del corral y, otras muchas, solamente se traía en la burra o en el burro el cansancio del día de trabajo.

- A mí me ha dicho don José, el médico del pueblo, que tengo que caminar, que eso es bueno para la salud, y a mi edad mucho más. Pero yo voy a los huertos con la burra Petronila - yo la he bautizado Petronila porque así se llamaba su dueña - y vuelvo con ella. A mi mujer le digo que la vuelta la hago siempre andando detrás de Petronila, pa que no reniegue. Yo, después de estar toa la mañana cavando, no tengo ganas de volver a casa detrás de la burra. Yo, sentao en la burra con el palo que me ayuda a caminar y mirando cómo van creciendo los trigos, me parece que soy el " amo " del pueblo. En el pueblo hay unos cuantos viejos como yo, que vamos a toas partes en la burra.

César tiene 80 años y cava los huertos " a azada " y los siembra de patatas, cebollas, lechugas, cebollas, puerros, alubias, frejones y calabazas. Las calabazas las siembra siempre en las lindes y luego las va extendiendo a lo largo de los surcos con las calabazas en los " vados " de los surcos. Las calabazas las utiliza su mujer para hacer las morcillas el primer día de la matanza.

Ha hecho una pequeña poza en la entrada del huerto de la Vega Grande para regar cuando él quiera sin tener que esperar a que le " toque el riego de la duda " que suele ser cada cinco o seis días, si todos los dueños de los huertos necesitan el agua.

La Petronila son las piernas de César para moverse por fuera del pueblo.

Foto  pinterest.es

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