jueves, 19 de septiembre de 2019

AZACÁN





Es el nombre, de una palabra derivada del árabe, que se daba a las personas que se dedicaban a vender agua por las casas, a cambio de unas monedas.
El oficio de azacán se refería a los porteadores de agua que se servían para ello  de unas caballerías o de unos carros de mano.
Más tarde pasó a denominarse con ese nombre a personas que hacen trabajos - recados - y cobran muy poco. Casi siempre " la voluntad."
Esta palabra era con la que mi madrina, mi tía Floripe, me recibía muchas noches - yo acudía muchas noches a dormir a casa de mi abuela Fausta pues la posada estaba " completa " con portugueses, jurdanos, buhoneros, trilleros, y guardias civiles - , o con las frases " pareces un azacán " o " estás hecho un azacán, " se refería a mis " trabajos " de hijo de la posada del pueblo.
Mi padre me enviaba al estanco a comprar tabaco para los arrieros, mi madre a comprar una docena de huevos a casa de la señora Francisca que vivía en la calle Larga, mi padre a comprar dos celemines de cebada a casa del tío Manolo el herrero, mi madre, de nuevo, a casa de la señora Agustina la panadera a comprar un pan, luego me mandaban al rosario, y a veces acababa mi trabajo de azacán acudiendo a alguna otra casa a buscar la recentadura para " masar " a la mañana siguiente.
Por todos esos " trabajos,"  recibía alguna perra gorda, algunas castañas en alguna casa o un puñado de nueces que me daba la señora Cesárea.
A mi tía le gustaba llamarme así.
Desconozco quién le había enseñado esa palabra.
Hace muchos años que esa palabra ha desaparecido del habla " gatuna " de Cereceda.

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