viernes, 13 de septiembre de 2019


NI CON UN CANDIL





El candil era la forma de iluminación más abundante de Cereceda durante mis años de niñez.
En todas las casas había varios candiles. Eran candiles de aceite, Los había dobles y simples. Las " torcidas " las vendían en el comercio de Fortunato, aunque mi abuela Fausta las " hacía " ella con un trozo de tela o con unas hebras de lana.
En la posada de mis padres había candiles de aceite, de petróleo y de carburo.
Los candiles de petróleo " daban mal olor " pero alumbraban mucho más que los candiles de aceite. Los candiles de petróleo ponían negros los cuartones del techo de la sala o las vigas donde se colgaban.
Los candiles de carburo daban una llama blanca preciosa, pero el carburo era caro, y " no están los tiempos como para gastar la mitad de la ganancia del bar en poner un candil de carburo en la sala. Total ,  pa cuatro copas de aguardiente que se van a tomar en toda la noche..", decía mi padre.
Hoy el blog quiere traer otra utilidad del candil, para que " gatos " y "gatas " se sonrían un poco.
Esta utilidad la aprendí en el bar.
- Nicanor se ha ido esta tarde a la Puebla con la bici. Ya ha subido a la Bastida, ha ido a Aldeanueva, no sé si habrá ido a Arroyomuerto, en busca novia, decía uno de los mozos que " miraban " la partida de cartas.
- Pues yo te digo que ése no encuentra novia  " ni aunque la busque con un candil, " añadía el " chulo  del pueblo " que presumía de tener una novia en cada pueblo de los alrededores.
Hasta esa tarde, yo desconocía esa utilidad del candil.

Foto  pataloso.blogspot.com  ( www.google.es )

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