miércoles, 18 de septiembre de 2019


CATARROS Y RESFRIADOS

Están a las puertas del tiempo un grupo de enemigos : Los catarros y los resfriados.
Cuando se hacían presentes en las casas y en las calles de Cereceda, mi abuela Fausta comenzaba a elaborar sus remedios.En el año 1.950, y los anteriores y posteriores a esa fecha, las cajas de medicamentos eran rarísimas en las salas de las casas del pueblo. Había farmacia en Sequeros y en Tamames pero D. Juan, el médico del pueblo, sabía que el dinero para pagar las medicinas escaseaba.
La solución eran los " remedios caseros."
Esos remedios tenían diferentes componentes según la edad del enfermo.
Para los escolares solían ser remedias que se administraban " sin tomar " porque a esa gente menuda no les gusta tomar " nada " que se parezca a medicinas.






En casa y, bajo una manta o una toalla grande, te administraban los vahos. Eran unos vapores de tomillo, romero y yerbabuena.
Te tapaban la cabeza, empezabas a gritar y a llorar, pero te tenías que respirar el " humo " que salía de la cazuela, con el cuidado de no volcarla porque te quemabas.
Era un buen método y, además, muy barato. Tomillo de la Ladera, romero de algún huerto junto a la casa y yerbabuena de la regadera del huerto. El agua caliente la había siempre en el " calderete " que estaba, colgado de las llares, encima de la lumbre.
Te tomabas los vahos por la mañana antes de desayunar y, después, a la escuela. Por la noche otra vez y, luego, a la cama.

Foto  webconsultas.com

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