jueves, 19 de septiembre de 2019


CATARROS Y RESFRIADOS  ( continuación )

Ayer el blog publicó un artículo dedicado a los remedios caseros de los vahos.
Todos los que éramos niños por el año 1.950 y " alrededores " recordamos el sufrimiento bajo la toalla a la mañana y a la noche.




Hoy relata los remedios para las personas jóvenes y mayores con remedios diferentes para mujeres y para hombres.
Mi abuela Fausta - viuda con siete hijos, cinco hombres y dos mujeres - tenía dos remedios que aplicaba " según su criterio " - para catarros y resfriados.
A las chicas y a las mujeres hay que darles vino cocido - mi madre lo llamaba " vino quemado " porque quemaba el alcohol con una cerilla, tras calentarlo a la lumbre, y salía una preciosa llama azul - con manteca y miel. Había que tomarlo bien caliente antes de irse a la cama.
El vino abundaba en todas las casas porque al llegar las fiestas y las matanzas se " iba a comprarlo a la Sierra " con la burra. También se podía acudir a comprar medio cuartillo a la taberna.
La manteca era abundante en las despensas del pueblo. La manteca duraba todo el año. Había manteca en la olla de un año para otro.
La miel la proporcionaban los " jurdanos " a cambio de patatas. Las patatas en Cereceda eran tan abundantes que el " regalo " que se hacía a las familias necesitadas del pueblo era " una cesta de patatas."
Este remedio era muy barato. La farmacia de Sequeros o la farmacia de Tamames podían " seguir allí, que en mi casa no las necesitamos para curar catarros."
Todavía había un tercer remedio para los hombres que tenían que ir a sacar raíces, a juntar hoja o a segar " gelechos ", a arar o a trabajar de albañiles en la Nava o en el Cabaco.
Para ellos - fuertes como robles y con un estómago acostumbrado a almuerzos, comidas y cenas, a base de patatas y productos del cerdo - mi abuela utilizaba este remedio : leche con coñac y miel,
 La leche de las cabras, que se ordeñaban por la noche al llegar la " cabriá " y por la mañana antes de que " tocara el cabrero ," era " de casa." El coñac eran los restos de una botella que se había comprado en Tamames para San Pablo o para San Marcos y " siempre quedaba algo en la botella. "  La miel llegaba de las " Jurdes " adquirida con el comercio del trueque de patatass, alubias o garbanzos.
Así aparecían los catarros y resfriados por Cereceda al llegar los primeros fríos.
... Y así desaparecían " sin molestar a D. Juan."

Foto  correofarmacéutico.com

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