jueves, 19 de agosto de 2021

 ZALEA





. Cuero de oveja o carnero curtido de modo que conserve la lana.

En Cereceda, en la Cereceda de mi niñez, había muchas casas que tenían el piso de las alcobas en las que dormíamos, en la sala grande, de tierra. Era tierra prensada a la que las " gatas " rociaban con agua a la hora de barrerlas. 

Sobre ese piso, helado en invierno, aparecían las zaleas.

En mi casa había una zalea junto a la cama. Si tenías que levantarte apoyabas los pies en ella sin notar el frío invernal. 

Yo dormía con calcetines de lana de las ovejas de casa. Mi madre aprovechaba la lana de las ovejas negras, que decían que valía menos, para mezclada con lana blanca, hacer calcetines. 

¡ Cuántas mañanas aparecí junto a la lumbre de la cocina con los calcetines, sin alpargatas o sin abarcas.

Mis abarcas dormían todas las noches en la cocina, debajo del escaño, y, a la mañana, me las calzaba sentado en una silla baja de la cocina.

Antes de ponérmelas les echaba unas brasas para que se calentaran por dentro. Movía las brasas y en unos segundos ya estaban calientes.

Calcetines de lana de las ovejas, hechos a mano por mi madre, brasas de la lumbre para calentar las albarcas, albarcas hechas por el tío Pedro el catalán, preparaban mis pies para salir al corral o a la calles aunque hubiera nieve, hielo o barro.

Así me iba a la escuela volteando mi estufa, hecha con una lata de sardinas, en la que llevaba brasas para resistir la mañana en una escuela sin calefacción.


Foto  google.com

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