sábado, 6 de noviembre de 2021

 PRINGARSE



Ensuciarse la ropa al gotear la comida.

A la gente menuda se le colocan baberos para que la comida no les manche la ropa. 

Pero todos los baberos desaparecían cuando alcanzabas una edad, que a ti te parecía suficiente para evitar  " lucir " tal atuendo infantil.

Entonces llegaba la edad de las servilletas.

Mi madre nos ponía unas servilletas grandes, servilletas de cuadros azules y rojos, que te cubrían toda la pechera y que ella sujetaba con un imperdible en la parte posterior del cuello. Eran tan grandes que te cubrían también una parte del pantalón. Aquella en la que siempre llevabas manchas o " lámparas " que es como se denominaban en Cereceda.

- Ponte la servilleta encima de los pantalones porque luego vas alumbrando la calle con los lamparones que llevas en los pantalones, decía mi tía. 

Eso solamente ocurría cuando llevabas pantalones largos. Pero los pantalones largos aparecían en nuestra vestimenta cuando salías de la escuela y tenías 12 o más años.

- " Hay que ahorrar tela."

Tan sólo el traje de la Primera Comunión tenía pantalones largos. Pero el traje de la Comunión estaba guardado para " ocasiones especiales " como alguna invitación de boda o de bautizo.

 Así que te vestían con pantalones cortos y calcetines largos, tan largos que te llegaban a la rodilla.

Mi abuela Fausta nos ponía a sus nietos un mandil viejo como servilleta, porque " si os mancháis en la mi casa luego tu madre reniega y no os deja venir a comer a la mi casa ", decía.

La mayor alegría de la comida del domingo era ir a comer a casa de los abuelos. Además siempre te daban alguna perra chica o alguna perra gorda. Y " eso " era un capital, a la espera de la llegada del señor Adelio, el tendero de Tamames.

Foto  google.com

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