lunes, 15 de noviembre de 2021

 HABIENDO VINO, ACEITE Y MANTECA, la botica está completa




Esta enseñanza la decía la abuela Magdalena.

La abuela Magdalena fué mi vecina, en la calle Larga, durante muchos años. Yo siempre la conocí igual. Igual de amable, igual de niñera e igual de " vieja ". Sentada a la puerta de la su casa la tarde de los domingos, rodeada de niñas a las que contaba historias y les pedía que, a cambio, le enhilasen unas agujas, porque sus ojos ya estaban muy cansados. 

La abuela Magdalena entendía de remedios caseros para las enfermedades de las personas. 

Hoy traigo una enseñanza suya : Habiendo vino, aceite y manteca la botica está completa.

Ella no habló nunca de las farmacias. Para ella estaban las boticas y la boticaria, la mujer que te preparaba las medicinas que te escribía el médico en un papel.

Con vino. aceite y manteca, la abuela Magdalena podía " montar " una farmacia.

La manteca, que era la grasa que se extraía de los tejidos adiposos que rodean las vísceras del cerdo, tenía su ritual en la época de las matanzas.

" Hacer la manteca " era el trabajo de una tarde, una vez terminadas las faenas de la matanza. Mi madre la preparaba después de hacer los farinatos.

En un caldero de cobre, colocado en las llares sobre una buena lumbre, iba echando los trozos adiposos de los cebones para que se derritieran. Una vez derretidos los colaba y metía la manteca en pucheros, ollas o en una tinaja pequeña. De allí la sacaba para hacer dulces o para guisar. Con lo que quedaba en el colador hacía el pan de chicharrones.

La abuela Magdalena nos daba una capa de manteca en los " chinchones " de la frente, tras una caída en unas calles de barro y charcos de agua.

 " Se lava la herida con cuidado, se seca con un trozo de sábana y se cubre con manteca. Mañana a la escuela sin lavarte la frente y con la manteca  sanando. En unos días estará sano."

Ésta era una de las " recetas " de la abuela Magdalena.

Foto  google.com.

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