viernes, 15 de marzo de 2019


FUERON A COMPRAR PUCHEROS   ( continuación )

Los dos visitantes se acercaron a los puestos de alfarería.
Petra examinó la loza expuesta con detenimiento  " ¿ A cuánto está éste ?" preguntó al dependiente. " A cinco pesetas." " Un poco caro se me hace " dijo la mujer. " Es porque se ha cocido a fuego lento " afirmó el alfarero. " Vale. Supongo que por eso noto la cerámica más dura. ¡ Lo voy a llevar porque es bueno para cocinar las patatas con carne o el cocido que hago a la lumbre¡," respondió Petra.





La mujer compró también un botijo para el vino de su marido. Los botijos de Tamames eran magníficos : en verano tenían la cualidad de conservar fresco el vino en la despensa, y en invierno lo conservaban en temperatura ambiente. Lo mismo ocurría con las cántaras : resistían bien las inclemencias y eran fuertes para poder ir a buscar el agua a la fuente de Cereceda.
Una vez hubieron comprado los pucheros, otros utensilios y algo de comida, Máximo se dirigió a la taberna para echar un " parlao " con su amigo y tomar el prometido " chato " de vino, mientras Petra buscaba un lugar adecuado para  poder almorzar.
La mujer cogió la cesta, extendió un mantel y empezó a colocar con delicadeza las viandas traídas :  un poco de tocino frito,  algo de chorizo y salchichón de la matanza que habían realizado el invierno pasado y una hogaza de pan reciente, comprada en el mercado de Tamames.
Al poco rato llegó Máximo
El matrimonio almorzó y pasó la tarde con los puchereros
Una vez había caído el calor propio de los días estivales, montaron de nuevo en el burro y emprendieron el regreso hacia Cereceda.
Había sido un día largo, pero bien aprovechado y en buena compañía.
" ¡ Merece la pena ir a Tamames cada semana ¡ dijo Máximo. " Aunque sólo tengas que comprar pucheros."

  Foto  pataloso.blogspot.com.es    Botijo y barril

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