viernes, 22 de julio de 2022

 MARROTAR LA POLLÁ UNA NUBE






Así es como anunciaba mi abuela Fausta la desgracia que suponía la llegada de una nube - en realidad era una tormenta - mientras ella tenía una gallina clueca encerrada en una cesta con docena y media de huevos.

A mi abuela le gustaba una cesta de mimbre con una gran asa de un extremo al otro.

- Yo prefiero una cesta porque puedo llevarla a la despensa desde el corral si veo que el tiempo es malo.

Si fuera un cesto tendría que pedir ayuda porque si pones una mano en cada asa, no puedes andar, decía a las vecinas.

Mi abuela " echaba " todos los años una gallina con docena y media de huevos.

Yo le preguntaba, cuando era pequeño, si la gallina podría " amamantar " a todos los polluelos como yo veía que hacía la marrana grande que tenía hasta catorce garrapines agarrados a sus tetas.

Mi abuela me explicaba que los pollitos, nada más salir del cascarón del huevo, ya saben comer y no necesitan a su madre, la gallina clueca.

A mi abuela la asustaban las " troneras " que marrotaban los huevos de la cesta y salían tres pollitos solamente. Si un gato que andaba suelto por el barrio se comía uno, y el carro o las vacas pisaban otro, el que quedaba andaba el " pobrecillo " perdido sin " hermanos " y todo el día y toda la noche bajo el ala de su madre.

Mi abuela rezaba una oración a la Virgen de la Peña para que las " troneras " se alejaran del pueblo y el ruido de los truenos no marrotara su cosecha de pollitos y pollitas.


Foto  Google.com   La clueca en la cesta de mimbre con los huevos.






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