lunes, 19 de junio de 2023

 Comenzará como un pequeño cenáculo . . .  ( continuación )


Pero sin duda la mejor y mayor obra que D. Cayetano encargó a Sagarbinaga fué la constrcción de un Seminario Diocesano.

En el siglo XVI el Concilio de Trento había había decretado que en todas las Diócesis debían existir seminarios para la correcta formación de los futuros sacerdotes en filosofía,  teología y cánones. 


En muchas Diócesis esta erección aún no había sido posible.

Era el caso de Ciudad Rodrigo.

Un obispo preocupado por la formación d sus sacerdotes como era D. Cayetano no podía prmitir que no existiera un seminario.

Y para que hubiera seminario lo primero era hacer un edificio.

" Comenzará como un pequeño cenáculo ", le comentó D. Cayetano a Sagarbinaga." Mi principio serán doce seminaristas, pero poco a poco irán surgiendo vocaciones y los futuros sacerdotes podrán recibir  la adecuada formación para su ministerio ".

El arquitecto se puso manos a la obra y en poco tiempo tuvo diseñado el edificio. Aunque fueran pocos seminaristas tenía  todas las dependencias necesarias para la vida  acedémica, personal y espiritual : un claustro doble y espacioso; celdas para los seminaristas; el despacho y la habitación del Rector; aulas grandes; y, sobre todo, la magnífica capilla.

El obispo dedicó el patrocinio del Seminario a San Cayetano, por ser el santo de su onomástica y por ser el santo de la providencia pues la erección del Seminario había sido obra de la providencia de Dios. 

Y aquel año de 1769, con D. Miguel de Elvira como Rector y con doce seminaristas, se inició el primero de los que serían muchos cursos  académicos hasta la actualidad.

Desde entonces el Seminario Diocesano de Ciudad Rodrigo ha sido y sigue siendo un faro de luz en estas tierras  del oeste salmantino.


Fotos  Revista PATALOSO

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