martes, 6 de junio de 2023

 La Peña Jituero  ( continuación )




De niño ya me contaron y me ha recordado tío Isidroque este paraje pudo ser en la antigüedad un lugar de ejecuciones o de sacrificios rituales.

Las imágenes de los aztecas y sus pirámides escalonadas vienen a mi memoria. Pero aquellas pirámides escalonadas no se parecen en absoluto al entorno de la Peña Jituero. La Peña es como un acantilado irregular con piedras ganchudas entre las que es  difícil caminar.. Hay que dar saltos con algo de riesgo y, si te asomas al precipicio, con mucho peligro. La muerte está asegurada si te despeñas.

Pero nada más subir al peñascal Jituero ( Jituero, Ituero, Hituero, . . ) por el acceso norte y en su lado más occidental, se aprecia, oh sorpresa, entre roquedos puntiagudos una  plataforma plana, de más de un metro cuadrado, que pudo ser un ara para sacrificios rituales.

No me quise acercar pues caminar entre piedras no es lo mío, pero, tras una nueva mirada al altar que existe allí en lo alto, en un " monte sagrado ", cierro los ojos, siento el vértigo del viaje muy atrás en el tiempo, paso por el monte Taigeto de Esparta, y veo una brutal escena de sacrificios humanos, selección terrorífica de los fuertes de la tribu, y eliminar a los delincuentes o a inocentes entre aquellos bloques de piedra.

Recuerdo que en alguna clase de mis estudios de bachiller escuché que en el Taigeto, cordillera del Peloponeso griego, los espartanos ejecutaban, daban muerte a los recién nacidos con defectos físicos.  Algunos entendidos dulcifican esta historia de eugenesia señalando que no mataban a los deficientes, sino que los abandonaban en sus alrededores y si sobrevivían no llegaban a pertenecer a la clse dominante. 

En la zona del Taigeto eran muy abundantes en aquellos siglos los lobos y las leyendas cuentan que comían a esos desafortunados niños.

También en la sierra de la Peña Jituero debieron campar muchos lobos en los años de mi infancia o al menos contaban el abuelo y tío Joaquín que  " ramasqueaban " detrás de los matorrales. Y, además, siempre eran protagonistas de aquellos sueños o pesadillas, y encima, los pastores mostraban a los niños que se acercaban a la sierra los restos de ovejas muertas por ataques de lobos.

Pero para abrir más esperanzas con atisbos de humanidad, en algunas ocasiones se abandonaban a los niños no deseados, y otras personas podían recogerlos y criarlos sin llegar al sacrificio del infante.

Queda en nuestro fondo cultural aquella historia de la antigüedad bíblica relatada en el Génesis. La historia de Abraham e Isaac. Y todavía en el nuevo testamento se ofrecen palomas y tórtolas . . . 


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