viernes, 11 de agosto de 2023

 LA AGRICULTURA ES EL ARTE DE SABER ESPERAR







En la Cereceda de mi niñez se tiraba el trigo a mano en las tierras. 

Se tiraba como si fuera dinero.

Además se le añadía el mineral que se compraba a Ceferino de Tamames y que se pagaba - " palabra de agricultor " - cuando se cogiera la cosecha al julio siguiente.

Un amigo, profesor de matemáticas y aficionado a jugar a la Bolsa, me cuenta que su padre era labrador en Castilla y él es " un desertor del arado ".

Me comenta que su negocio en la Bolsa es como el de su padre en las besanas: mi padre tiraba el trigo que había comprado con dinero y yo tiro el dinero. Los dos esperamos ganar. Pero hace falta paciencia y tiempo.

Yo le digo que él tiene una grandísima ventaja en el negocio:

Su padre tiraba el trigo en las tierras y si llovía a cántaros una semana seguida y preveía que el trigo tirado se iba a pudrir y no brotaría, no podía recogerlo y echarlo en el saco y devolvérselo al de la panera, aunque perdiera algo de dinero. Él puede retirar el dinero vendiendo las acciones adquiridas y recuperar una parte - más grande o más chica - del dinero invertido.

- Mi padre era más confiado y tenía más paciencia que yo, y creía que la naturaleza le devolvería el dinero del trigo y el del mineral y el de la cubierta y el de la contribución que pagaba por las tierras y el de los segadores. 

- Tu padre y las tierras son de antaño, le digo.

Hogaño su hijo compra acciones y, a veces, gana, y, a veces, pierde.


Foto  Google.com

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