martes, 15 de agosto de 2023

 BLANQUITA ES METEORÓLOGA






A Blanquita le pusieron ese nombre al nacer porque era toda blanca.

Ascendió de chivina a cabra sin cambiar el color de su pelo. Y así, con el nombre de Blanquita, se quedó para siempre.

Cada mañana, cuando está encerrada en el corral, Blanquita asoma la cabeza por la puerta para adivinar el tiempo.

Ella sabe que, según esté el día, el cabrero la llevará junto con las otras cabras del pueblo, para la sierra o para la dehesa o para la Puente San Martín.

A ella le gustan cualquiera de los tres " paseos " pero puesta a elegir, le agrada más la dehesa porque en ella encuentra retoños nuevos de las bardas con los que hacer el " acopio " del día.

Cuando tiene que quedarse en el corral, porque ella ha visto que el día está malo, se lo toma con " filosofía ". Busca un lugar apartado en el que acostarse y pasar las horas entrenida en rumiar.

Si el dueño le echa unas parreras de las alubias pues se acerca a llenar la panza y a esperar que, a la llegada de la noche, le pongan un poco de cebada  o algunas hojas de berza picadas.

Ella nunca se queja. La dueña está muy contenta con Blanquita : Cada año le regala dos chivines, que algún año han sido dos chivinas, blancas como la madre, y que la acompañan por las veredas del término municipal, pues " nos da pena quitárselas porque son muy " lecheras ", dice su dueña.

Blanquita ya tiene siete años y empieza a notar el frío de la noche en el corral. Procura que sus hijas se acuesten junto a ella en una cama de gelechos y le den calor.

Se le ha olvidado el nombre del pueblo en el que nació pero recuerda que llegó a este pueblo cuando era una chiva de un año.


Foto  pinterest.es

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