lunes, 29 de octubre de 2018


EL ENTIERRO DE LOS DIFUNTOS  ( en el pueblo )  Continuación.





Cuando era la hora señalada para la conducción del cadáver  hacia el cementerio,  el sacristán tocaba nuevamente las campanas con el " toque fúnebre ". En ese momento los vecinos se acercaban a la puerta de la casa del difunto para acompañar a la familia y el cadáver hasta la iglesia. En ella se celebraba la " misa de corpore insepulto ".
El traslado del cadáver se hacía a hombros por los familiares o personas más allegadas a la familia, ya que en aquellas fechas no existían funerarias para el traslado de los cadáveres al cementerio.
Terminada la misa nuevamente se cogía el ataúd a hombros camino del cementerio, relevándose unas personas por otras . Durante el recorrido el sacristán retomaba el toque de las campanas hasta la llegada al cementerio.
Los familiares y los acompañantes de la comitiva caminaban en absoluto silencio y con cara de un profundo dolor.
Quiero recordar las características del ataúd. El ataúd lo hacía uno de los dos  carpinteros que existían en el pueblo : Manuel Marcos Arroyo y Crisantos Neri Martín. El ataúd se hacía con tablas normales y corrientes. Lo forraban en todo su contorno con tela negra. Las aristas las cubrían con cinta totalmente blanca.
Era " grande " el contraste que hacían el negro y el blanco, produciendo  la sensación de fúnebre.
Recuerdo de mi infancia el miedo que me producía la visión del ataúd, asociando el color de las cintas con la presencia en su interior de una persona muerta.
Hoy los ataúdes son un auténtico lujo, con un gigantesco negocio para las industrias del ramo.
Los cadáveres se trasladan a los cementerios en lujosas limusinas de las funerarias y la comitiva que acompaña el cadáver hasta el cementerio, camina , en cierto modo, alejada sentimentalmente del fallecido. Tal como si fueran de romería.

  Foto  www.google.es

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