lunes, 1 de octubre de 2018


LOS PUENTES  ( continuación )


Puente El Chorrero


La vida de nuestros antepasados, bien analizada, es tan rica en matices, todos ellos adaptados a cada una de las circunstancias de su época, las cuales nos hacen pensar cómo discurrían para sortear los problemas y poder sobrevivir en su estado de pobreza e indigencia que les tocó vivir.
Volviendo al tema central del presente artículo que es el de los puentes o pasarelas sobre los ríos de Cereceda de la Sierra, que guarda total relación con el anterior preámbulo, las gentes para acceder a las distintas zonas del término municipal para realizar sus trabajos, obligatoriamente tenían que utilizar los puentes o pasarelas para cruzar el río, utilizando los citados puentes o pasarelas para el, paso del ganado, ovejas, cabras y cerdos.
Como no tenían materiales adecuados en aquellas fechas, los puentes o pasarelas estaban con vigas de madera, concretamente de roble, sin escuadrar, situadas paralelamente, con una anchura de poco más de un metro. Como la anchura no se ajustaba entre las vigas, en muchos casos existían agujeros o huecos, los cuales se tapaban con terrones, que con las pisadas de los animales se deshacían, siendo motivo de que en muchos casos, los animales metieran sus patas en los agujeros y se las quebraran.
Las personas cruzaban los puentes o pasarelas con las precauciones adecuadas.
Será curioso recordar cómo los dueños de los animales que se quebraban sus patas, haciéndose ayudar de algún vecino " maestro " en el oficio de veterinario improvisado de aquella época, le curaba la pata quebrada de la siguiente manera :
Con un trozo de piel de un odre ( pellejo ) en desuso, de los que se usaban para el vino o el aceite, que estaban cubiertos de pez en su interior, calentaban bien a la lumbre la pez para que se pegara en la zona de la rotura de la pata, atándola fuertemente con una cuerda.
Esa era la cura de aquella época, sencilla pero efectiva.
Decían que cuando se despegaba el apósito era la prueba de que estaba curada la pata.

Foto  José Manuel García Villalón

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