sábado, 4 de junio de 2022

 " COMO LAS VIEJAS RAÍCES DE LOS ROBLES "




En algunas zonas del monte de Cereceda se podían ver las raíces retorcidas de los robles.

Estaban " a flor de tierra " y algunas las tronchaban los carros cuando se salían de los caminos para recoger los montones de hoja o los gelechos.

Mi madre me gritaba que no pasara por encima de la raíz porque, aunque el carro tuviera los aros de hierro, " esas raíces no las corta la espigocha y pueden volcar el carro."

Habían aguantado nevadas y heladas invierno tras invierno y la podredumbre de las hojas caídas no había podido con ellas.

Hoy, viendo la foto, es fácil imaginar los fríos y los calores y las lluvias que los brazos y las manos de esta mujer han aguantado.

La llegada del lunes la llevaba a las orillas del río con la tajuela y el barreñón repleto de ropa, el jabón elaborado con sosa y aceite quemado o con manteca derretida, y muchas veces el calderete con agua caliente.

Las tripas a lavar al río. Las tripas en las matanzas navideñas se lavaban muchos años con hielo. Había que romper el carámbano para llegar hasta el agua del río Yeltes que se deslizaba bajo el carámbano.

Ahora sus dedos no pueden sostener la cuchara ni el tenedor ni el cuchillo porque solamente quedan los huesos y los nervios. Los dedos no se cierran, pero como las viejas raíces de los robles sostienen el árbol.

- Todavía puedo hacer la cama y preparar la comida al mi marido, le dice a D. Juan, el médico que intenta " dar vida " a sus manos.


Foto   pinterest.es













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