domingo, 19 de junio de 2022

 DEJAR DERROTAR ALGO





 " Lo vais a dejar derrotar "  es una frase que escuché muchas veces en boca de las " gatas " y muy pocas en boca de los " gatos ".

En mis años de niñez había algunos problemas de alimentación en pocas familias de Cereceda.

Ya he contado que unas familias se ayudaban a las otras, porque " somos un pueblo " y entonces cada pueblo se las tenía que arreglar él solito.

La recomendación que mi abuela y otras abuelas daban en las casas de las familias jóvenes era siempre la misma " no lo dejéis derrotar."

La frase quería decir que era necesario consumir algunos productos que te " regalaban " antes de que se echasen a perder. Los frigoríficos tardarían años en llegar y eran las fresqueras, la sal y los cajones - el de la matanza en la despensa y el del pan en la cocina - quienes se encargaban de conservar los alimentos.

Mi abuela se enfadó mucho un domingo que fuimos - yo era quien la acompañaba siempre - a llevar un cesto de patatas a una familia. Mi abuela le pidió a la dueña de la casa la cesta que le habíamos llevado días antes también con patatas porque era el producto más abundante en el pueblo.

Cuando mi abuela vió la cesta en la que todavía " dormían " algunas patatas " medio pochas y llenas de tallos " empleó todo su vocabulario malsonante contra la madre de familia.

También acompañé con otro monaguillo, mayor que yo, una noche a D. Antonio a visitar a un enfermo. La mujer estaba " bastante grave " y nos acompañaba una mujer de Acción Católica que era su vecina.

Esta " buena " mujer se puso " hecha una fiera " cuando vió que sobre la camilla tenían dos panes empezados, que ella les había llevado el día anterior. " Primero se come uno y, cuando ése se termina se empieza el otro ", le dijo al marido. " Si lo vais a dejar derrotar, mis panes se quedarán en mi casa," añadió.


Foto  google.com



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