domingo, 19 de junio de 2022

 LAS MANTAS DE TIRAS





Cuando yo era niño recuerdo que mi abuela se sentaba en la silla chica tras la cena y se dedicaba a hacer tiras con todos los trapos viejos de la casa.

Yo me encargaba de convertirlas en ovillos, en pelotas poco gordas para que luego las llevara a Tamames donde los convertían en mantas de tiras.

También hice ese trabajo ayudando a mi madre en mi casa. Mi madre le daba dos sacos llenos de ovillos a un amigo " jurdano " - de Casar de Palomero - que en su próxima visita a Cereceda le traía la manta de tiras.

 La manta de tiras estaba encima del escaño y debajo de los colchones para protegerlos.

En el escaño de la cocina se sentaban las personas que venían a la taberna y los que venían a la posada.

Había un quincallero que le gustaba dormir en el escaño del portal encima de la manta de tiras y en todos sus viajes le pedía a mi madre que se la vendiera para llevársela él a su mujer. Su mujer tiraba los trapos viejos pero en Cereceda todo se aprovechaba.

En el año 1.962, cuando yo terminé los estudios de Magisterio en Salamanca, mi madre tenía que pagar nueve duros - 45 pesetas - al jurdano para que le hiciera una manta de tiras. Además le entregaba los ovillos y le daba de propina un fardel de garbanzos.

Mi madre le decía las medidas de la manta que quería y calculaba los ovillos necesarios. Si le sobraba alguno el " jurdano " se lo traía con la manta.

Hoy en mi casa hay una manta de tiras debajo de todos los colchones, herencia de mi abuela o de mi tía Floripe o de mi madre.


Foto  google.com    Manta de tiras de las Hurdes.


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