lunes, 8 de mayo de 2023

 ANTAÑO TENÍA VIDA






Cuando visito un pueblo - si es pequeño me siento más feliz que si es grande - me gusta recorrer sus calles, sus plazas, la vieja fuente, hoy cercada con una valla de hierro, la caseta de la luz que fué levantada con gran esfuerzo y hogaño está a punto de caerse y la escuela, la " la escuelita " la llaman las vecinas del pueblo.

Esas " cosas " de ayer eran el alma del pueblo.

Pero al morir el pueblo, su alma ha desaparecido y los visitantes nos sentimos perdidos en un lugar tan pequeño.

En Cereceda los vanos de las puertas eran rectangulares porque hacer un arco, aunque sea de medio punto, esra una obra muy difícil y muy complicada para los albañiles.

Las únicas puertas con arcos son las tres entradas de la iglesia pero para levantar los arcos llegaron canteros y albañiles portugueses más acostumbrados a ese tipo de obras.

Y sobre la puerta, el balcón.

Esos balcones eran un lugar de lucimiento para el herrero del pueblo.

Esos balcones hoy han perdido el " suelo " porque las planchas de hierro se las han " comido " la nieve y los hielos, pero la balaustrada sigue mostrando la pericia del herrero de fragua de carbón.

Los cristales de las ventanas se han caído y se han roto porque las puntas que los sujetaban se han oxidado.

Los tiestos que tenía la tía Merenciana - se llamaba Emerenciana pero la llamaban así - y que envidiaban todas las vecinas, poco a poco, se fueron secando los geranios y ls calas y los lirios y al final una noche de truenos y relámpagos la " ventolera " los cayó al suelo, y a la mañana siguiente estaban " hechos añicos " para desconsuelo de las mujeres del pueblo.

Ya nadie se asoma al balcón y, si alguien lo hace alguna vez, son los gorriones que llaman con sus trinos a la dueña, que murió hace pocos años, y que tenía la costumbre de ponerles, en un plato viejo de porcelana, rebojos de pan ablandados con  leche.


Foto pinterest.es


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