lunes, 7 de octubre de 2019


LAS CASTAÑAS, UN MANJAR DE OTOÑO.






" Uno de los manjares del otoño es el sabor dulzón de las castañas asadas. "
" Las castañas comparten con otros frutos secos un alto contenido en fibra y antioxidantes."

                                  Foto cuidateplus,marca.com

En mi niñez había muchos castaños en Cereceda. Bastaba darse un paseo por la carretera de la Nava para recoger un puñado de castañas caídas de los castaños que se alzaban preciosos en los cercados y en los huertos de la zona de Valdecaseras.
A ese riachuelo que vierte sus aguas en el río Cerezo - el río Chico o río del Periquito - yo siempre lo he denominado el riachuelo de los castaños. Había otras zonas de los ríos del pueblo que tenían chopos, alisos, nogales, cerezos, pero el árbol de ese hoyo entre la carretera y las Salgaeras siempre lo conocí lleno de castaños.
En Cereceda al llegar esta época del año se asaban castañas a la lumbre. Era la época de los carbocheros y de los " carboches," que cada noche se comían " al amor de la lumbre " desgranando alubias, con la rueca y el huso, contando historias de moras cautivas en las montañas de Quilamas, o escuchando los discos de radio Andorra.
Las noches de otoño eran muy largas y olían a la piedralipe, deshecha en la palangana para mojar el trigo que se sembraría a la mañana siguiente. Olían a castañas asadas. Olían a patatas " esbaratás " y tocino frío. Y en algunas casas olían a ovillos de lana de ovejas, a calcetines y jerseys hechos con ella.
La tarde había olido a escuela - porque en invierno había tiempo para ir a la escuela - y al puñado de castañas cocidas que llevábamos a la escuela, porque las castañas eran el postre del otoño en la Cereceda de mis años escolares.

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