jueves, 15 de febrero de 2024

" AL REPARTIR EL CONEJO

pa tu amigo la carne,

pa tu enemigo el güeso "



Es un dicho de la taberna.

Mi madre guisaba el conejo o el cabrito a gusto de quien pagaba : frito o asado, con ajo o sin ajo, con salsa o sin salsa, con perejil o sin perejil.

Una vez guisado, me tocaba a mí en muchas ocasiones llevarlo a la camilla de la sala grande o a las mesas preparadas en la sala chica porque algunas cenas eran de despedida de los quintos o de recibimiento de los mozos de Cilleros o de La Bastida.

Yo nunca repartía las " tajás " por orden de mi padre.

- Que el mozo que invita que reparta las tajás ", me ordenaba mi padre.

Y ellos se las repartían si eran muy señoritos, porque lo " normal " era que yo llevara la fuente y el pan entero y un tenedor para cada comensal.

Los cuchillos sobraban porque los mozos llevaban cada uno la su navaja.

Se pinchaba una tajá con el tenedor, se ponía encima del " trozo " de pan y ¡ a comer !.

En la taberna de mis padres se ponían unas servilletas de tela en la mesa pero era complicado poner una para cada uno. 

La solución consistía en poner unos cuantos " trapos de cocina " sobre la mesa y . . . " ¡ que Dios reparta suerte y que la próxima vez invite otro ! ", les decía mi padre.

Casi todos los convites tenía que poner dos cazuelas de barro : la una con ajo y la otra sin él o solucionarlo con el tazón en el que mi madre había hecho el " machao de ajo y aceite jurdana " para quien lo quisiera.

Así eran los banquetes y las invitaciones en la taberna de Cándido y Constantina hasta el año 1963, en que se cerraron la taberna y la posada.


Foto  Google.com   Un guiso de conejo.




 

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