viernes, 27 de mayo de 2016

LA PROCESION DEL CORPUS




                                                          

María y su familia, que son seguidores diarios del blog, me recuerdan que " el día 28 de Abril escribiste un artículo sobre " Las procesiones de Cereceda ". Dice mi abuela que prometiste contar la procesión del Corpus, que era muy bonita, la más bonita del pueblo. ¿ Es verdad ?."
Tu abuela tiene razón. Era la más larga y la más bonita.
La Procesión del Jueves de Corpus exigía unos preparativos en los que participaba todo el pueblo.Entonces las calles eran de tierra y había que " adecentarlas " un poco con la escoba pues vacas, burros, ovejas y cabras habían dejado " señales " de su paso. Esa era una labor de barrenderos y barrenderas, cada uno su trozo de calle.
D. Antonio, el párroco del pueblo, había encargado a los mozos y a los niños mayores el acudir a La Ladera  esa mañana y traer sacos de flores de San Juan con algunos burros. Las esparcíamos por las calles por las que discurriría la Procesión.
Las mujeres, distribuídas en grupos de vecindad, preparaban los altares. Unas mesas, unos reclinatorios de la iglesia - cada mujer tenía el suyo - adornados con sábanas blancas y flores sujetas con alfileres, y una " exposición " de colchas, mantones de Manila y pañuelos floreados para adornar el altar callejero.
Yo quiero recordar a todas las mujeres que hacían cinco altares en mis tiempos de monaguillo, por los años 1949 hasta 1953, en un recorrido callejero, el más largo del año.
La salida de la Procesión con la custodia y el Santísimo Sacramento se hacía, después de los cantos en latín en el interior de la iglesia, hacia las Escuelas. En la plaza se " ordenaban " las personas en dos filas : La cruz procesional, los pendones llevados por los mozos del pueblo, los niños y niñas de la Primera Comunión con sus trajes del día de la Ascensión, el monaguillo que llevaba el acetre con su alba blanca, el palio llevado por la Corporación Municipal y el Juez de Paz, el Párroco con la custodia y dos monaguillos " agarrados " a su capa blanca con hilos dorados. En esos años Cereceda tenía muchos habitantes y las filas eran largas y respetuosas : allí estaban los niños y las niñas con el maestro y la maestra, hombres con la gorra en la mano y mujeres con velo. Era un gran día de fiesta.
El primer altar estaba a la puerta de la señora Josefa, levantado por sus vecinas y sus cinco hijas. Por la calle Larga se llegaba al segundo, a la puerta de la señora Francisca con un grupo de mujeres que vivían en los alrededores. Calle abajo, algunos años con un " buen sol, " esperaba el altar de la señora Agustina, la madre de Serafín, a quien habían ayudado las mujeres de El Altozano. Carretera abajo estaba el altar de la señora Cipriana, levantado en el portalito que tenía la casa, que era el altar de todas las vecinas del barrio de La Esquina. Por la calle arriba, la calle Las Escuelas, volvíamos a la iglesia, con una última parada en el altar de la señora María, el altar de La Plaza, situado en el portalito de su casa.
Estos eran los cinco altares que en aquellos años había en la Procesión del Corpus de Cereceda.
Además ese día se hacía la bendición de los campos. Un año en la Poza, cuando estaba sembrada la Hoja de Arriba y otro año a La Esquina si era la Hoja de Abajo la que estaba sembrada.
Quiero añadir un detalle más : Muchas mujeres, entre ellas mi madre, recogían unas flores de San Juan, las ataban con un lazo y las colgaban en el " sobrao " porque " estas flores son benditas y en las casas que están no caen los rayos " me decía la señora Cesárea.
Por la tarde, después del Rosario, mientras mozos y mozas paseaban por El Chapatal o los hombres jugaban a la calva, D. Antonio invitaba a los niños y niñas de la Primera Comunión y a los monaguillos a una merienda de chocolate y churros, hechos por las jóvenes de Acción Católica, a las que dirigían,  por aquellos años, dos Floripes : La hermana de Serafín y mi tía.
En mi afán por conservar las tradiciones de mi pueblo - " si alguien es dueño de su pueblo " - quiero que estas líneas guarden el recuerdo de un pueblo vivo, unido en una fiesta y respetuoso con las tradiciones de sus mayores.
                                                         Foto    www.google.es

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