domingo, 5 de febrero de 2023

 " SIEMPRE QUE TRATO CON HOMBRES DE CAMPO 

pienso en lo mucho que ellos saben

y nosotros ignoramos

y en lo poco que a ellos importa ".






Los " gatos " viejos que vivían en El Altozano me maravillaban por todas las cosas que sabían.

Mi abuelo Matías se reía cuando, ya anciano, vivía en mi casa, y a mí me gustaba escuchar todas las historias que él me contaba.

Historias de la abuela Águeda, historias de ovejas o de viajes a Ciudad Rodrigo a la Feria de Ganado o de partidas de calva en la casilla de Aldeanueva cuando desafiaba a los calveros de La Calería o de Tamames.

Él se daba cuenta de lo poco que yo sabía y de lo mucho que él me podía enseñar, pero " eso " a él no le importaba.

Las " gatas " viejas que yo conocí se reían cuando me hablaban de fiestas, de matanzas o de costumbres de Cereceda, hoy perdidas, y que ellas querían que yo " resucitase ".

En la fragua del tío Manolo el herrero se aprendía más castellano y más vocabulario en una tarde " de perros " con niebla y aguanieve, mientras yo tiraba de la cadena del fuelle, que en un trimestre en la Escuela Normal de Salamanca.

Recuerdo con " cariño " la frase de Lázaro Carreter a los estudiantes extranjeros: " para aprender castellano tenéis que pasar muchas horas dando vueltas bajo los arcos de la Plaza Mayor en lugar de sentados en las aulas del Patio de Escuelas ".

Mi idioma " gatuno " lo aprendí en la taberna de mis padres o en la fragua del tío Manolo o en El Altozano o en la cocina de mi abuela Fausta.


Foto  Google.com  Últimos versos que escribió Antonio Machado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario