martes, 29 de marzo de 2022

 PANIJA




. Molienda de cebada o de otros cereales.

-  "Ya es hora de echar la panija a los garrapines chicos. Y ponles un calderete de agua en la pila. "

Quien hablaba así era mi madre que tenía un cariño especial a los garrapines, tanto si eran criados en casa, tras el parto de una marrana, como si eran comprados en el ferial de Tamames.

Mi padre llevaba al molino del tío Luís un medio saco de cebada y otro medio saco de trigo y con la panija que subía del molino mi madre tenía comida para los animales de la casa mientras fueran pequeños.

A garrapines, cabritos y corderas se unían las gallinas y los pollos.

A la panija mi madre le añadía agua templada para que se ablandase.

Toda esa ganadería estaba al cuidado de mi madre. 

Ella nunca se preocupaba de las vacas, los churros o la burra. Tampoco se preocupaba de las cabras y las ovejas que eran " cosa " de mi padre o mía y de mi hermano, que éramos quienes traíamos las berzas o las remolachas de huertos y linares y quienes teníamos la obligación de picarlas al salir de la escuela por la tarde, para que el ganado ovino y el ganado cabrío se alimentaran por la noche al llegar al corral.

En las casas de Cereceda había una distribución del trabajo tanto del agrícola como del ganadero.

Cada miembro de la familia sabía desde la niñez cuáles eran sus obligaciones. Y no tan solo en la atención de la perra o los gatos, que siempre fueron unos de hombres y muchachos, y otros de mujeres y mozas. Aunque en algunas casas había mozas " que trabajaban como muchachos " porque no tenían hermanos o mozos a quienes les tocaba bajar el barreñón de la ropa sucia  hasta el río.

Así era la vida en Cereceda hace muchos años. Tantos que algunas personas ya la han olvidado.


Foto google.com   Foto de espigas de cebada, granos y panija.


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