lunes, 14 de marzo de 2022

 ENTORNAR






En la taberna de mis padres había dos entradas : una por la carretera de Ciudad Rodrigo a Béjar en la que había un huerto que nunca se sembró mientras tuvimos la taberna, y otra por la calle Larga.

A la calle Larga " daba " el corral que tenía unas puertas grandes de madera para que entrara el carro cargado de leña o de gelechos o de trigo. Esa puerta grande tenía una puerta pequeña dividida en dos puertas : la de abajo que siempre estaba cerrada con una tranca, y la de arriba que solamente se " candaba " por la noche.

Mi padre abría la puerta de arriba - la descandaba - en cuanto se levantaba pero muchos días la dejaba entornada, que quería decir que estaba abierta pero no entraba tanto frío porque estaba entornada.

Entornar una puerta significaba que, si querías ver lo de dentro o entrar, primero tenías que abrirla totalmente.

Ese verbo no existe en el lenguaje de la capital.

En la ciudad y en los pueblos grandes las puertas o están cerradas o están abiertas. A nadie se le ocurre dejar entreabierta la puerta de su casa o del garaje o de su negocio.

- Estos nietos míos no saben dejar la puerta entorná. Salen y la cierran y, cuando vuelven, tengo que levantarme a abrirla para que entren ", se me quejaba una " gata "  en mis veranos en el pueblo.


Foto  pinterest.es    Puerta de entrada con la parte de arriba entornada.

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