sábado, 25 de noviembre de 2023

 EL PEINE DE NUESTRAS ABUELAS








En 1947 comencé a " ir a la escuela ".

Era la Escuela Unitaria de Niños de Cereceda.

Una de las primeras cosas que me encontré en la Escuela fueron los piojos.

Mi padre decía que porque el `piso era de maderas viejas y la limpieza de los alumnos era " poca ".

Entonces no había agua corriente y eran las palanganas quienes se encargaban de eliminar la suciedad que cogíamos por las calles de barro y por los corrales de las casas.

Desconozco qué productos empleaban nuestras madres para eliminarlos.

Recuerdo los cortes de pelo que nos hacía Ismael, el barbero del pueblo, y los lavados de la cabeza por parte de las señoras " gatas ". 

Pero mi recuerdo más nítido es el del peine con el que cada mañana y cada tarde mi madre me peinaba el poco pelo que el barbero dejaba en mi cabeza.

Era un peine como el de la foto.

Ese peine y yo éramos enemigos " declarados " pues mi abuela se empeñaba en decir que con ese peine y un ungüento que ella preparaba - sólo Dios y ella sabían los componentes - los piojos no se aproximarían a mi cabeza.

Cuando " los años y los libros " me convirtieron en maestro de Unitaria, recordé a algunas " amachus " ese peine para eliminar - junto a productos modernos - los " bichitos " que aparecían en las cabelleras de sus hijos.

Hoy rindo un homenaje a las madres y abuelas que intentaban mantener nuestras cabezas libres de tales " bichitos ".


Foto  pinterest.es

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