miércoles, 22 de noviembre de 2023

 AGUADORES Y TABERNEROS, del agua hacen dinero





El agua en Cereceda siempre había sido gratuita porque la Fuente Chica y la Fuente Grande eran municipales y los alcaldes de antaño jamás se les ocurrió cobrar, " ni que fuera una perra chica " por cada cántara de agua.

Cuando llegó el agua corriente a las casas, el ayuntamiento decidió cobrar una cantidad simbólica por el agua a cada vecino y, si hacía falta, " echaban mano de ese dinero ", para arreglar roturas de tuberías.

Los aguadores o vendedores de agua cobraban un dinero por el agua o mejor dicho, " por traerle el agua hasta su casa ", decían a quienes les compraban la mercancía.

El agua tenía que alimentar a su burro y  había invertido un dinero en las aguaderas y las cántaras con las que trasladaba el agua por las calles.

El tabernero - el dueño de una taberna - " tenía la sana costumbre de añadirle un poco de agua al vino ". El agua que era añadida  carecía de coste, pero luego se vendía a precio de vino.

 " ¡ Ganancia pa el tabernero ! ", decía mi padre.

El agua nunca se añadía al vino que estaba en el pellejo porque la pez se corría y esbarataba el cuero, sino cuando estaba en las damajuanas de cántaro que eran de cristal.

Nunca vi a mi padre calcular la cantidad de agua que se podía añadir a una damajuana de vino. Supongo que dependía de la calidad del vino o de la época del año o de la confianza en gastarlo muy rápidamente en la Fiesta Mayor o en las matanzas o en algún otro festejo.

Siempre quedaba el vino de la bota y el vino del boto " sin bautizar " para invitar a los amigos.


Foto  Google.com

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