viernes, 15 de julio de 2016

GANADERIA EXTENSIVA : LAS VACAS



El blog PATALOSO publica hoy el segundo capítulo del artículo que sobre la ganadería extensiva de Cereceda escribió Isidro Marcos Martín.
Próximamente publicaré el tercero dedicado a las cabras.

" El primer lugar en importancia entre las especies ganaderas de Cereceda destaca el ganado vacuno.
Ningún vecino poseía más de diez cabezas. Lo más normal era que la mayoría de los vecinos tuviera una pareja de vacas domadas, que eran imprescindibles para los trabajos de la agricultura rudimentaria, donde las vacas eran la fuerza de tracción para la arada de la tierra con el arado romano y otros aperos agrícolas, así como en el transporte de los productos que se cosechaban, en los llamados carros fabricados al efecto.
Las vacas, aparte del trabajo que prestaban, normalmente cada año criaban un ternero, que, una vez engordado hasta un cierto peso, se vendía en la feria o una ternera que en muchas ocasiones, convertida por el paso del tiempo en novilla, comenzaba a ser utilizada como reemplazo de una vaca vieja.
Las vacas, que eran la base para el desarrollo de los trabajos agrícolas, eran cuidadas con un esmero exquisito.
La alimentación del ganado vacuno consistía durante la época del otoño y el invierno, que se alimentaban en los corrales, en paja de cereales con el complemento del pienso, especialmente algarrobas, y heno. Durante la primavera y el verano se alimentaban con forraje, la hierba de los prados y en las fincas del Ayuntamiento.
A partir del mes de mayo el ganado vacuno dormía en el campo hasta el mes de octubre, fecha en la que se necesitaban las vacas para realizar los trabajos de la sementera de los cereales.
Cuando las vacas dormían en los corrales, lo primero que hacían sus dueños nada más levantarse de la cama, era echarles de comer, paja y grano, lo que se denominaba " apajar las vacas. "
Para cuidar las vacas en el campo o en la dehesa existía una persona contratada por todos los amos de las vacas, llamada el boyero y el conjunto de las vacas que guardaba se llamaba la boyada comunal. Para avisar de la salida de las vacas tocaba un cuerno por las calles.
El boyero más remoto que yo recuerdo fué el señor Canuto González, ayudado por sus dos hijos llamados Casiano y Abilio. Al fallecimiento del señor Canuto le sucedió el señor Aurelio Alonso ayudado por sus dos hijos Eduardo y Cipriano.
El boyero siguiente fué el señor Vicente Cereceda ayudado por sus dos hijos José y Saturnino a quienes sucedió, en esta relación sin fechas concretas, el señor Francisco Rey de la Aldehuela de Yeltes. A continuación se encargó de la boyada el señor Eufemio González de El Cabaco, a quien siguió otro boyero que procedía también de El Cabaco, el señor Isidoro Hernández.
El último boyero que hubo en el pueblo fué Saturnino Cereceda, quien años antes había sido ayudante de su padre con su hermano José.
Con motivo de la emigración de los " años 60 " pasaron a ser los propios años quienes tuvieron que hacerse cargo del cuidado de las vacas, lo que hizo que a partir de 1.970 se cerraran los montes del Ayuntamiento y otras fincas de su propiedad, con lo cual se suprimió el tener que " guardar " las vacas con un gran alivio para los dueños.

Etiqueta. Ganadería

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