EL VASAR
En la sala grande de mi casa había un vasar, hecho con ladrillos y cuatro puertas, dos con cristales, entre la primera y la segunda alcoba. La sala tenía tres alcobas había solamente una cama en dos de ellas, pues la tercera era un almacén de " arriazos," que decía mi madre.
Ese vasar estaba dividido en dos partes : La superior con dos puertas y cristales era donde mi madre colocaba platos, vasos, copas, tazas y tazones " elegantes ", de días de fiesta, de invitados. La parte inferior " era de mi padre " y allí guardaba los martillos, los clavos, el barreno, la lezna, los alicates de alambrar los marranos,o las puntas, junto con la aguja de coser las coyundas y la piel seca de algún gato o perro con la que yo hacía las pelotas para jugar en el juego pelota y antes en la pared del campanario de la iglesia. Mi padre los llamaba sus " útiles " y mi madre, ya lo he dicho, los " arriazos ".
A mí me gustaba ese vasar. Allí escondí alguna vez la peonza con el pico romo hasta que mi amigo Luís, el herrero, me lo afilase. Allí dormía algún lazo para cazar perdices en la Ladera. Allí había siempre algún tirachinas con problemas de funcionamiento por culpa de la horquilla o de la goma. Allí dormían los restos de alguna moto o de algún coche que me habían traído los Reyes Magos.
Allí tenían un lugar reservado mis tapones de gaseosa con un corredor ciclista dentro y un cristal, que me servían para jugar en aquellos circuitos, hechos con tierra, en cualquier calle del pueblo o en el campo escolar.
Hoy tengo en mi garaje unas baldas metálicas en las que hay muchos " arriazos " pero que me traen el recuerdo del vasar de la sala grande de mi casa de niño.
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