miércoles, 19 de febrero de 2020


UN TRILLIQUE DE AYER   ( continuación )



Y hoy da pena que las tierras y los esfuerzos de tantas generaciones anteriores se borren en las lindes de las tierras y los huertos.
 Ya no se oyen las esquilas de las cabras ni los cencerros de las vacas Ni hay olor a estiércol en los corrales, ni cerdos, ni gallinas,  ni huevos de dos yemas amarillas.
Pasa el tiempo y pasan generaciones y vuelve la nostalgia del terruño.
He subido al monte y veo Cereceda y al otro lado la sierra de Aldeanueva y Zarzoso con su convento y su Cristo. Y más cerca, en la iglesia de espadaña discreta y coqueta al tiempo,  dormitar San Marcos y San Pablo junto a la Virgen del Rosario.
Cereceda. Aires que han empujado al progreso  exterior a sus gentes. Romanticismo de una vida rural que se acaba pero que se añora con frecuencia. Maestros, universitarios, ingenieros, enfermeras ...  muchos jóvenes pudieron estudiar y han preferido salir de la sierra. Se han visto liberados de las ataduras del pueblo pero viven con nostalgia recuerdos de antaño  cuando ven el nido y las cigüeñas en la espadaña de la iglesia.
Y recordamos a los paisanos, aquellos tipos peculiares con su gracia o su genio.

Fotos  Revista PATALOSO. nº 4. Agosto 2.019

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