viernes, 16 de diciembre de 2022

 ENCONAR





Provocar el empeoramiento o la inflamación de una herida o de una llaga.

Mis dos abuelas, Fausta y Águeda, mi tía Floripe y mi madre y todas las selñoras " gatas " de Cereceda conocían, por lo menos, seis remedios contra el enconamiento de una herida.

Los muchachos llevábamos heridas en la cabeza y en las manos y en las rodillas " todos los días del año " por culpa de las piedras, y las bardas y de los juegos infantiles en un pueblo cuyas calles eran de piedras sueltas y de barro.

Estos seis remedios eran " caseros " u hortelanos :

. El ajo que se aplicaba sobre la herida una vez " machado " en el mortero.

. La cebolla de la que se colocaba una capa fina sobre la herida y desaparecía el dolor, y a esperar la cicatrización.





. La miel que se aplicaba mezclada con agua, y pasado un " rato ", se lavaba con agua tibia, " nunca con agua caliente ", te decían.

. El vinagre mezclado con agua porque, según mi padre, era bueno para curar las heridas de los animales "y es que estos muchachos parecen animales ".

. El limón que escocía mucho y se " rebajaba " con un poco de agua.





. El aloe vera que crecía en el huerto de casa y que mi madre consideraba " un remedio milagroso ",  y así lo considero yo que tengo muchas plantas en mi huerto.

El remedio número 7 era acudir a visitar a Don Juan, el médico de Cereceda. 

- " Si no te se cura en dos o tres días y antes de que te se encone, vete a ver a Don Juan ", te decían las señoras " gatas ".


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