viernes, 10 de julio de 2020


CUATRO MUJERES EN UN MACHADERO DEL ALTOZANO








Se han sentado a tomar el sol y a charlar.
Han olvidado el canasto de la costura, la rueca y el uso y se han sentado, sin prisa, un domingo por la tarde.
El Altozano era una plazoleta - la plaza del primitivo Cereceda - en la que entraba muy bien el sol todo el día, pero de una manera especial por la tarde hasta que el sol se " caía " tras la sierra de la Peña de Francia.
En esas reuniones, sentadas en los machaderos de las puertas, las mujeres se dividían en grupos de dos, o de tres, o cuatro, porque algunas acudían con sus sillas bajas, y los temas eran  siempre sobre " el sermón del cura, los vestidos de algunas mujeres jóvenes, los nuevos " noviazos " del pueblo, la enfermedad de alguna vecina y lo que había dicho el médico, el nacimiento y el bautizo de algún niño o niña - en aquellos años en Cereceda había nacimientos todos los meses y bautizo al domingo siguiente -, el anuncio mediante los pregones de alguna boda, ...
Siempre había alguna mujer que se quedaba un poco apartada de la conversación, debido a su sordera, y necesitaba que otra mujer la llevara al " hilo de la conversación. "
A las abuelas del Altozano les gustaba " santificar el domingo " acudiendo a misa por la mañana y celebrando una reunión por la tarde.
Otras mujeres más jóvenes se sentaban un poco alejadas y allí se dedicaban a coser, a tejer y a hablar de temas distintos : los hijos, el trabajo del marido, el cambio de casa de alguna familia, los corderos, los chivos, los garrapines, la siembra ...  temas idénticos a los que los hombres trataban en la taberna.
El domingo no se podía criticar a las autoridades - el alcalde, el cura, el médico, la maestra - ni hablar mal de ninguna vecina.
Además, allí se hacían las presentaciones de las mujeres jóvenes, recién llegadas al pueblo, tras su matrimonio con algún " gato."

Foto  pinterest.com

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