lunes, 6 de julio de 2020


UNA VENTANA AL INFINITO

Esta foto me la ha remitido una " gata ". Debajo de ella, una pregunta : ¿ puedes escribir un artículo sobre esta foto que he encontrado en internet ?









Señora " gata " : La foto es preciosa. Intentaré escribir sobre la habitación a la que perteneció la ventana y sobre la persona que en ella soñaba.
En Cereceda había muchas casas, a las que se entraba por el corral, y tenían los dormitorios - llamados la sala, una grande y otra pequeña - , al final de la casa. Esas salas solían recibir la luz del huerto de la casa.
Por esas ventanas se veía el cielo y la montaña.
Recuerdo que en la casa de mis padres se veía la Monte la Rade, Pataloso y, allá a los lejos, la figura de gato de la Peña de Francia.
Al llegar la vida moderna y emigrar los dueños de la casa o sus descendientes, transformaron el corral en la nueva casa. Ahora las ventanas de las habitaciones dan a la calle. Por ellas se ve la pared de la casa de enfrente.
Las antiguas salas se convirtieron en " cuartos de trastos " y, con el tiempo, se hundió el tejado de brezos y teja de barro - del tejar de los hermanos Santos y Colás - y quedó el esqueleto de la ventana.
Pero el paisaje de colores - verde en primavera, oro en verano, rojizo en otoño y blanco en invierno - siguió ahí esperando otros ojos que lo admirasen.
Aquellos que en sus años de niñez o de juventud vivieron, durmieron y soñaron en esa sala, hoy se acercan " con respeto " a mirar por la ventana abierta al cielo y al infinito.
- Pero un día las maderas se pudrirán y la ventana desaparecerá para siempre. Con ella se irán muchos recuerdos y sueños de mi vida, dice la abuela o el abuelo a sus hijos y a sus nietos, que lo miran " embobados " ante el paisaje lejano.

 Foto  pinterest.es

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