sábado, 14 de enero de 2023

 AGUA DE ENERO, CADA GOTA VALE UN DINERO





El mes de enero era un mes de poca lluvia en Cereceda.

Era un mes de mucha nieve, de grandes heladas y de mucho frío.

Eran muy abundantes las nieblas que se formaban entre los ríos Yeltes y Cerezo, y muchos días las nubes que amanecían ocultando la Peña de Francia, se iban dejando caer del cielo y, a la tarde, aparecían por los Rasos y por La Piñuela y, dehesa boyal abajo, llegaban hasta la Vega y a las Eras de trillar.

Los " gatos " pedían que lloviera algo, " aunque sea poco ", para que se ablande el suelo, se derrita la nieve y se temple el ambiente.

Un día de lluvia era bien recibido también por cabras y vacas y ovejas.

La nieve las encerraba en los corrales y en los chicorzos. 

Los hielos alargaban las horas encerradas y, muchos días, las puertas de las Escuelas se abrían antes de que saliera el ganado al campo.

Recuerdo que nos íbamos a la escuela antes de que el cabrero hiciera sonar su cencerra por las calles y las " gatas " sacaran las cabras a la plaza.

El pastor iría avisando a los dueños de las ovejas que él guardaba más tarde porque las cabras se " movían " mejor en la nieve y en el hielo.

El cabrero y los pastores - había una sola cabriá y dos rebaños de ovejas - tenían un día muy corto de trabajo en invierno.

Su día de trabajo se iniciaba tarde y se acababa temprano, excepto los días de lluvia.

Una lluvia caída con finura, con elegancia, que resbalaba poco a poco por las canales de los tejados y se perdía calle Larga abajo camino de los Pontones.


Foto  Google.com


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