«Los
jóvenes son siempre reto para la Iglesia en todos los espacios
pastorales»
Esteban Díaz Merchán
Sacerdote
MARÍA JESÚS GUTIÉRREZ Mogarraz Domingo, 23 julio 2017, 12:31
Esteban Díaz Merchán, de 51 años, es sacerdote desde hace 26 años, cuando fue «llamado por su inmensa gracia a servir a la gente a través de su Iglesia, y contando con mis debilidades», según él mismo afirma. En este tiempo mucho le ha dado tiempo a hacer y lugares a recorrer antes de llegar a la provincia de Salamanca, donde actualmente ejerce su ministerio en los municipios de Mogarraz, San Martín del Castañar, Cereceda de la Sierra y Las Casas del Conde, además de formar parte del equipo pastoral del colegio Maestro Ávila en la capital.
-¿Cuál es el trabajo que realiza en
Salamanca?
- Soy miembro de la Hermandad de
Sacerdotes Operarios Diocesanos, que me confió colaborar en el
Colegio Maestro Avila
(Salamanca) en el equipo de Pastoral, junto a otros profesores. Mi
trabajo en la Diócesis de Salamanca es acompañar desde octubre de
2014 las comunidades cristianas de las parroquias de Mogarraz, San
Martín del Castañar, Las Casas del Conde y Cereceda de la Sierra.
- ¿Y antes de llegar a Salamanca?
- He sido encargado de tareas
sacerdotales diversas en siete destinos. He trabajado en seminario
menor, seminario mayor, parroquias de barrio en ciudad, parroquia de
urbanizaciones, he impartido clases en instituto público y en
seminario, y ahora vivo mi ser sacerdote en el colegio y en
comunidades del mundo rural. He vivido en Toledo, Madrid capital,
Guadix (Granada), Valladolid, Majadahonda (Madrid) y Salamanca.
- Mucho movimiento. ¿Cuáles son sus
raíces?
- Soy toledano, pero "me nacieron" en Madrid. Mi pueblo de pacer es Val de Santo Domingo. Mi
familia es de gente sencilla y buena. De ellos aprendí a poner oído
a la vida y a Dios. Mi padre, agricultor y albañil, y mi madre
siempre atareada en el hogar, nos mostraron en casa el camino de lo
sencillo y profundo, intentando hacer las cosas bien. Mi hermana y su
familia, y la familia más amplia vivimos dispersos, pero gracias al "guasap" contactamos
con frecuencia, para las risas y las lágrimas... y para las migas
familiares de cada invierno.
- ¿Los sacerdotes tienen una infancia
y juventud normal?
- Habrá de todo... A mí me gustaba
el fútbol y la música heavy. Los sacerdotes de mi entorno en el
pueblo llamaron mi atención, porque no eran "poderosos",
sino entregados y generosos. Seguro que Dios se sirvió de ese virus
vocacional en mi caso. Siendo yo un jovencito de 12 años, el cura de
mi pueblo, con gran sentido práctico, nos ilusionó a un grupo de
monaguillos y nos recibieron en el nutrido Seminario de Toledo.
Allí ahondamos en nuestra formación humana y cristiana. Eran los
años finales de los 70, con sus melenas incluidas. En este seminario
conocí a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, que
desde entonces me acogió y es también mi familia de fe. De estos
sacerdotes me impactaba su cercanía, su convivencia jovial y
fraterna. Trataban con cariño a mi familia, a todas. Un operario
macoterano me propuso continuar mis estudios en Salamanca con los
operarios. Siempre agradeceré a mi familia los esfuerzos económicos
de esos tiempos... y la esperada y tranquilizadora beca de
estudios.
- ¿Y lo de ser sacerdote? ¿Una
llamada al móvil de parte de Dios?
- Salamanca y el Aspirantado Maestro Ávila, en la calle
Fonseca, fue otro descubrimiento. Tiempo duro de estudio, a la vez
que mucha confianza en un real clima de familia, aliñado con
oración, silencio, deporte, amistades, campamentos.¦ La llamada
de Dios en mí iba creciendo sin ruido. Jesucristo me ganó y
aceptó mis cualidades y mis pobrezas. Años de búsqueda y respuesta
a Cristo y su Iglesia... ¡Todos nos jugamos la única vida que
tenemos! Después de los Estudios de Teología en la 'Ponti',
me destinaron a Madrid, a la Parroquia de San Cristóbal y San
Rafael, donde recibí la Ordenación Sacerdotal; era 1991.
- ¿Siempre ha desarrollado su labor
sacerdotal conviviendo con otros sacerdotes?
- Sí. Esto es lo peculiar de
nuestra vida como sacerdotes operarios. La vida en equipo, en grupo,
en colaboración. Los otros te llevan adonde tú nunca llegarías
solo. Es alentador trabajar junto a otros y vivir lo excepcional y
también lo aburrido; los triunfos y también las decepciones. Si
como sacerdotes no somos personas enteras, no habrá mensaje creíble
sobre Cristo que podamos anunciar. Vivir en comunidad es un regalo,
una oportunidad, pero también una tremenda exigencia, llena de
tropezones. La Hermandad a la que pertenezco es una Asociación
Sacerdotal fundada en Tortosa (Tarragona) en 1883 por el sacerdote
Manuel Domingo y Sol que se desvivió por los seminaristas pobres e
incrementó la formación sacerdotal en España y otros países.
Su intuición fundamental es vocacional: Dios llama a todos porque
nos ama y nos salva. Y después comprobó que la tarea, en la
asociación sacerdotal que él inició, era fundamental realizarla en
equipo, ayudándose y corrigiéndose como hermanos.
- ¿Qué ha encontrado en su vida en
los pueblos de la Sierra de Francia a los que ahora está unido?
- Fue un notable contraste con mi
realidad sacerdotal anterior. Venía de un ambiente urbanita, de
una querida comunidad amplia con muchas familias, jóvenes y niños
durante todo el año. Y aquí, en medio de los pueblos de esta
exuberante y mágica Sierra, encontré el regalo de familias
acogedoras y la sabiduría y paciencia y saber estar de la gente
mayor. Y sigo aprendiendo... En los tiempos que convivo en las
comunidades siempre hay sorpresas personales; remarco algunas
positivas: charlar un buen rato con quien te encuentras, visitar y
confortar a personas enfermas o impedidas, hablar con quien tiene
alguna necesidad, orientar hacia servicios sociales o de orden
institucional, felicitar por acontecimientos alegres, acoger las
lágrimas del duelo o las enfermedades, compartir alimento y refresco
en los hogares, o si se tercia en las bodegas o bares... En
definitiva, vivir ese momento como único, irrepetible. Y vivirlo en
Cristo; los clásicos decían "vivir en presencia de
Cristo". Muchos
pretextos son buenos para hacer de la vida el arte del encuentro. Con
frecuencia pienso ¿Qué haría Jesús, y cómo? También hay
situaciones generales muy dolorosas; serían numerosas de citar;
subrayo la falta de expectativa laboral para quienes quieren mantener
su familia, especialmente los jóvenes, y el abandono del mundo rural
por las instancias públicas.
- ¿La eucaristía del domingo os
tiene muy ajetreados a los sacerdotes del mundo rural?
- Sí. Quisiéramos llegar a todos
los pueblos y comunidades. Pero las cuentas no salen y eso de "un
cura, un pueblo" es ya
del siglo pasado. Debemos hacer kilómetros de carretera, pero, sobre
todo, hemos de relanzar el rostro renovado de una Iglesia Conciliar y
Evangélica que nos anima a compartir misión con los seglares, a
crear cimientos de comunidad, a estar cercanos a los más débiles, a
celebrar la vida, en definitiva, a confiar más en Dios y menos en
nuestros programas. Si la eucaristía no nos lleva a ese estilo
de vida, es que lo estamos viviendo mal, y poco importa si el templo
está lleno por ser las fiestas del pueblo. La eucaristía del
domingo es el culmen de la semana que hemos vivido y quiere ser la
fuente que alimente la semana por venir. Cada eucaristía es
recibir alimento y cobijo de Dios, un tomarnos el pulso sobre nuestra
vida y afrontar retos.
- ¿Cómo llegar a todos los
municipios, sobre todo, en días en los que la actividad se
triplica?
- Efectivamente. Soy de un pueblo, pero
hasta ahora no había sido sacerdote para varios pueblos. Lo
primero que agradeces es la vida de sacerdotes anteriores, que desde
hace décadas, inviernos duros y veranos agobiantes, han sacrificado
su ministerio para llevar a estas comunidades la Buena Noticia de
Jesús. Experimento caminar por un cauce ya roturado. También
agradecemos los sacerdotes la vida de personas que en cada Comunidad
cuidan la vida parroquial con todo interés, desde las cosas de
sacristía, hasta los importantes detalles sobre personas o
situaciones de cada pueblo. Estas personas merecen agradecimiento
pues están enraizados en el Evangelio, sin reclamar ningún
reconocimiento. Mencionaré lo importante que es, en nuestra Diócesis
y en este Arciprestazgo de la Virgen de la Peña, trabajar y orar por
vivir en verdadera comunión, interesados ahora en el aterrizaje de
la Asamblea Diocesana 2014-6. Y luego, en el día a día,
sigue lo importante cuando estás con cada persona, con cada familia,
con cada grupo. La tarea del sacerdote es una labor a fuego lento, al
modo artesanal, dando importancia a los detalles, y sin esperar
recompensas. Ojalá tuviéramos tiempo abundante para poder darlo y
menos kilómetros que recorrer.
- ¿Qué claves encuentra en su trabajo
con los jóvenes del colegio y los de la Sierra?
- Los jóvenes son inquietos y
buscadores en todos sitios. Los educadores intentamos ofrecer a los
niños y jóvenes valores que brotan del Evangelio de Jesús para que
sean personas y ciudadanos íntegros: una clave esencial es la
inclusión, valorando a todos, especialmente a los más débiles,
pues todos valemos, tenemos valor por "ser" hijos de Dios y no por lo que podamos hacer o lograr. También
fortaleciendo la idea de grupo, de comunidad, generando cauces de
trabajo cooperativo. A la vez intentamos desarrollar actitudes para
que los jóvenes sean personas libres, críticas, sanas
afectivamente. En el Colegio Maestro Ávila
esta oferta educativa está organizada; somos un Centro Educativo
Privado Concertado, con Educación Infantil, Primaria, Secundaria,
Bachillerato y Ciclo Formativo en Artes Gráficas, y nuestro
Departamento de Pastoral trabaja desde hace muchos años para ser un
cauce que favorezca estos valores evangélicos; además explicita
el mensaje cristiano celebrándolo. En los pueblos es más complejo
para todos los sacerdotes, pues los jóvenes tienen su propio espacio
educativo y participar en los actos religiosos o vincularse a la
parroquia pasa por la decisión libre. Los jóvenes son siempre reto
para la Iglesia en todos los espacios pastorales.
- ¿Cuál es la situación más
difícil que le ha tocado vivir cómo párroco? ¿Y la qué más
satisfacción le ha dado?
- Dice un cantautor moderno algo así:
«Puedes olvidar con quien has reído, pero nunca olvidarás con
quién has llorado». Las situaciones difíciles tienen que ver
con la vida y la muerte. En cada entierro, en las visitas
hospitalarias, intento calzarme las zapatillas de quienes sufren su
enorme pesar. Todas estas realidades son duras. Experiencias
necesitadas de vida auténtica. Y Cristo lo es.
Y en lo positivo, insisto en la
realidad cotidiana del momento a momento. Cada encuentro con alguien
es un mundo abierto al misterio de la otra persona y del Otro (Dios
mismo en él). Y es que la vida es el arte del encuentro. Me gusta
recordar esta frase del Talmud: «Quien salva una vida salva al mundo
entero». En cada persona están todos. En cada minuto actual está
toda tu vida.
Con especial alegría recuerdo las veces
que puedo caminar un día o unas horas con alguna persona o
grupo, por los caminos de la Sierra de Francia. Sigo aprendiendo
senderos que me enseñáis los serranos. A veces voy con jóvenes,
otras con adultos. Me encanta aprender especialmente de los más
mayores, que trabajaron estas tierras... me impresionan los 'paredones' serranos, arquitectura laboral civil de años y
generaciones.
- ¿Qué diferencias existen en ser
párroco en el ámbito rural y en el ámbito urbano?
- He sido sacerdote en un barrio
trabajador, en la Parroquia de Santa Teresa, en La Rondilla de
Valladolid. Y durante estos últimos años estuve en la Parroquia
Beato Manuel, en Majadahonda. Y puedo afirmar que las personas somos 'una a una'. Hay virtudes y fallos en todos nosotros. Las
generalizaciones no ayudan, aunque siempre los más pobres nos
enriquecen, y los más sencillos son más avezados en encontrar lo
importante de la existencia humana. Hay gente buena en todos sitios.
- ¿Hacia dónde cree que camina la
Iglesia?
- No tengo nada de profeta. Sé que
siempre hace falta confianza para dar el siguiente paso. En la vida
religiosa y eclesial sucede igual: Si confiamos en Jesucristo todo
marchará. Si nos descentramos crece enseguida la desesperanza. Para
los cristianos es esencial vivir de Jesucristo; y desde él para
todos. Si Cristo está, todo marcha, aunque aparentemente arrecie en
la vida privada o en el plano social y público.www.elnorteecastilla.es 23/07/2.017
"Agustín Recalde " me envía un enlace con el periódico El Norte de Castilla para ver una entrevista publicada en ese periódico realizada a D.Esteban Díaz Merchán, Párroco de Cereceda.
" Buenos días le dejo el enlace de esta noticia por si quiere añadirla al blog. Un saludo."
Para el blog PATALOSO es un honor y una grandísima satisfacción publicar la noticia.
D. Esteban, además de seguidor del blog, fué uno de sus creadores.
Etiqueta Personajes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario