" ¡ NO HE DORMIDO EN TODA LA NOCHE ¡ "
El día de la Fiesta de la Virgen - el 15 de Agosto - el último año que mi tía Luisa estuvo viviendo en el pueblo, yo acudí a dar mi paseo matinal a los Pueblos - Cilleros y la Bastida .
Cuando regresé me senté en el machadero de la puerta de mi casa. De pronto vi aparecer a mi tía cruzando la plaza. Me levanté y salí a su encuentro.
- ¡ No he dormido en toda la noche ¡ - me dijo.
Yo quise preguntarle la razón de su insomnio y qué parte de culpa tenía yo. Pero antes de abrir la boca me espetó:
- La culpa la has tenido tú. No podéis sacar la Virgen en la procesión con las andas atadas con esas cuerdas que le habéis puesto. Hay que taparlas con una tela. Así no puede salir la Virgen en la procesión.
En ese momento me sonreí y me miró con sus ojos pequeños y profundos, como los de su padre - mi abuelo Matías.
Antes de que abriese la boca para " echarme un sermón " le dije:
- Espere un momento. Voy a buscar la llave de la iglesia. Mientras estoy en el pueblo, Paca me deja su llave para que pueda enseñar la iglesia a todas las personas que deseen verla.
Volví con la llave y la llevé hasta la puerta de la iglesia, sin atender a sus palabras que sonaban a " enfadadas ".
Una vez en el interior encendí todas las luces y la llevé junto a la Virgen. Estaba colocada en las andas adornadas con flores preciosas, regalo de una persona del pueblo, y colocadas por mi amiga Diana.
Se quedó un poco asustada. No veía por ningún lado las cuerdas.
- Ayer teníais unas cuerdas atadas a las andas.
Yo le expliqué que Paco, el marido de Julita, artista de la madera, había encolado las andas en algunos travesaños y los había apretado con unas sogas.
- Eso es lo que yo ví ayer por la tarde. Pues no he dormido en toda la noche pensando que íbais a sacar la Virgen en la procesión con esas cuerdas.
Para ella le expliqué " cosas " de la iglesia, le enseñé la sacristía, tocó con sus manos la capa pluvial que habíamos comprado para el párroco y se maravilló con la imagen de la Virgen del Rosario bordada en color y, esto es un secreto, le regalé una flor de las que adornaban las andas.
- Yo no vendré a Misa ni a la Procesión.
- Usted, tía, ya ha cumplido. Ya ha hecho una visita a la Virgen.
Dos besos en el atrio de la iglesia hicieron desaparecer su enfado.
Así era mi tía Luisa y así la recordaré siempre.
Foto Esteban Díaz, párroco
Etiqueta Cosas de mi vida
No hay comentarios:
Publicar un comentario