EL HUERTO A LA PUERTA DE LA CASA
Hace muchos años cada puerta de las casas tenía un huerto.
En calderos viejos de los de cocer a los cebones o en herradas abandonadas de su oficio de sacar agua de los pozos para regar los frejones o en barreñones de bajar la ropa sucia al río o en calderetes que sirvieron de calentador del agua para fregar, se convirtieron en macetas o en " tiestos ", que así se les llamaba en Cereceda.
Un cesto de " cagalutas " de las cabras o de las ovejas y un puñado de tierra eran suficiente para tener un huerto a la puerta casa en el que plantar romero o perejil u orégano.
En aquellos años los tomates, los ajos y las cebollas se criaban en el " huerto las patatas " en las orillas junto a las paredes a donde las vacas, uñidas al yugo y al arado, no se acercaban.
La " gata " cocinera salía a la su puerta y entraba con una rama de yerbabuena para el relleno o con una rama de perejil para el guiso de cabrito o de gallina vieja que, como ha dejao de poner, la voy a matar ".
En Cereceda la vida era sencilla, sin complicaciones y se hablaba del nacimiento de los pollitos de la gallina clueca con la misma " filosofía " con la que se hablaba de " matar una gallina porque ya no pone huevos ".
En los primeros años del 2000 mi tía Luisa colocó una fila de tiestos junto a la fachada de su casa. Los reyes de ese jardín eran los geranios.
El día que, acompañado de Jacinto, bajé a Montehermoso en la provincia de Cáceres a buscar la campana La Tachuela, antes de emprender el viaje, me acerqué a la puerta de mi tía y le " cogí prestados " los mejores tiestos para adornar las mesas en las que pensaba colocar la campana al llegar a la Plaza.
Mi tía " se acordó de todos los Santos del Cielo " cuando vió que le habían robado los mejores tiestos.
La alegría volvió a su cara al ver que " me los había cogido el mi sobrino Nachito para adornar las mesas donde iba a poner la campana para que don Arturo la bendijera ".
Unos adornos naturales, preciosos en los primeros días del mes de Agosto.
Foto pinterest.es
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