domingo, 9 de abril de 2023

 EL ÚLTIMO DOMINGO CON BRASERO







Mi padre era mucho más posadero que tabernero.

- Tenemos la taberna porque si no la tenemos, no nos dejan tener la posada, decía.

Todos los domingos y " Fiestas de guardar " desde el Día de Todos los Santos, en el 1 de Noviembre, antes de que tocaran a misa, dedicábamos un rato a preparar los braseros que se colocaban debajo de las camillas o de las mesas - las camillas eran redondas y las mesas eran cuadradas - en las que se formaban los corros que dedicaban la tarde a jugar a la brisca de seis jugadores o al tute de cuatro jugadores.

El cisco que habíamos hecho en El Majadal con rozaduras de las matas de los robles, llenaba el brasero al que añadíamos unas brasas de la lumbre y sacábamos al huerto de casa para que se encendiera.

Cuando llegaba el Domingo de Pascua mi padre anunciaba que se acababan los braseros.

- Se acabaron los braseros y a quien se le enfríen los pies que vaya a la cocina a calentárselos a la lumbre.

El resto del cuerpo se calentaba con café portugués o con copas de coñac o de anís o de aguardiente y con el humo de los cigarros porque " estaba prohibido abrir las ventanas de la sala grande y de la sala chica " que miraban todas a Pataloso, a los Rasos y a la Peña de Francia.

A mi padre le daba igual " que la Pascua caiga antes de San Marcos o después de San Marcos ", porque el Domingo de Pascua eliminaba los braseros, los limpiaba, llevaba la ceniza de todo el invierno al huerto de la Calleja el Castaño y " hasta otro año, decía, si Dios quiere, y yo sigo con la taberna ".

Desconozco si en el bar Flores de Cereceda, la calefacción se apaga el Domingo de Pascua.


Foto  Google.com





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