VAMOS A RAICES
" Si quieres tener contenta a la mujer, una hoja de tocino en la despensa y un carro de raíces en el corral has de tener ".
Este es un dicho de Cereceda, muy importante en otra época, que muestra las necesidades de las gentes del pueblo en el invierno.
El tocino del cerdo era el alimento esencial en la dieta de los vecinos a lo largo de todo el año : a la mañana frito, al mediodía cocido y por la noche frito.
Las raíces - raíces del roble - eran necesarias para calentar la casa, para cocer las comidas de la familia y de los animales.
Cuando yo iba a la escuela - entrada a las diez y media, recreo a las doce y salida a la una y media - muchos días le pedí perniso a Don Lamberto para salir a las doce porque mi padre " estaba sacando raíces "
Esta frase significaba que con el azadón o con la "espigocha " al hombro, mi padre había ido a roturar " un trozo de monte del común " para ampliar alguna tierra. Esas raíces de roble eran el mejor combustible para la lumbre.
Con ese " método " los hombres de mi pueblo roturaron Valdecarros, una finca comunal que proporcionó leña " para años " y, una vez roturada, fué el granero de Cereceda con los carros de bálago de trigo que llegaban, año tras año, a las Eras o al Teso para ser trillado.
Cuando llegabas con la cesta de la comida, sentados en una piedra alrededor de la lumbre, comíamos mi padre y yo y, tras un cigarro de petaca, mi padre seguía su trabajo mientras yo me dedicaba a quitarles la tierra, a " sacudirlas ", y a amontonarlas para después, ya secas, traerlas al corral de casa.
Tarde sin escuela y vuelta al pueblo temprano, pues " ir a raíces " era trabajo de invierno, y la noche " caía " muy enseguida.
Etiqueta. Costumbres.
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