EL COMERCIO ( continuación )
En esas tiendas había de todo: calzado, telas,artículos de mercería, bebidas, pescado en escabeche, azúcar al peso, aceite a granel, tabaco, pan ...Infinidad de productos abigarrados en las estanterías detrás de un mostrador de madera, que compartían espacio con la sala de estar de la familia. Alrededor de una mesa camilla, con su brasero de cisco, la vida familiar llevaba su ritmo pausado, interrumpido solamente por la entrada de las mujeres a comprar. Sala familiar, tienda y lugar de encuentro sin horario de cierre ni días de fiesta. Eran otros tiempos.
En estos últimos 80 años, han ido desapareciendo además de las tiendas, los molinos, las fraguas y las carpinterías. Cerraron las escuelas, se marchó el médico, el cura, el veterinario. Emigraron los jóvenes y se fueron muriendo los ancianos. Demasiadas heridas para un cuerpo tan débil. El mundo rural comenzó a agonizar.
Y mientras tanto, el tiempo con su ritmo implacable va difuminando la memoria. Si los recuerdos son la fuente principal de la melancolía, que éstos no sean motivo de añoranza sino muestra de reconocimiento y respeto para todos aquéllos que nos fueron hollando el camino.
Fotos Laura Abelenda Ruano
Artículo publicado en el nº 2 de la Revista PATALOSO. pág 27.
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