TIEMPO DE LUTO ( continuación )
El carpintero de estos menesteres ya sabía que este trabajo, sin faltar nunca, viene a deshora. Si el deceso ocurría a medianoche se le avisaba a tal hora, y ya sabía el buen hombre a qué venía la visita, a tal punto que, medio dormido, al oír el golpe en la puerta entre las tinieblas, en lugar de preguntar ¿ quién es ? ya preguntaba directamente ¿ de qué medida ?.
porque " las cajas ", si llega la peseta, se hacían a medida. Que por macabro que suene, y grosero, también en esto de la muerte, por mucho que digan, hay diferencias entre ricos y pobres.
Hubo tiempo, nos recuerdan, en que ni siquiera había " cajas " y los muertos eran llevados al cementerio en andas o en parihuelas, arreo simple para que no se cayese el difunto en el porte. Luego se le " derramaba " en el hoyo y se volvía a casa con las andas. Para la siguiente.
Para la mortaja se buscaba el traje nuevo, ya que era el último viaje y tenía que ir bien vestido, " por si San Pedro ", que, ya se sabe, los desharrapados, aunque para ellos está hecho el Reino de los Cielos, tienen santo y seña y revisión de apostura en la garita divina. Los vecinos ayudaban a amortajar el cadáver, " que más guapo nunca estuvo ", dejando la ropa sobre la cama, bien planchada y extendida, a la espera del trabajo del carpintero.
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