Cuando llegaba el mes de junio era muy normal en Cereceda que madrugásemos para ir a acarrear. La acarrea consistía en ir con el carro a buscar la cebada o el trigo a las tierras y llevarlo a las Eras o al Teso para la trilla.
En esa época del año las vacas dormían en el campo. Se las llevaba a la dehesa boyal del pueblo y a " altas horas " de la madrugada - las cuatro o las cuatro y media - acudíamos a buscarlas. Las suertes de Valdecarros estaban muy lejos y el " paso " de las vacas con el carro es lento.
Yo fuí muchas veces a buscarlas al Majadal y a los Valles. En Junio las noches son claras, estrelladas y con buena luna en cualquiera de sus cuatro fases. Por la Callejina entraba a la dehesa y me encargaba de recoger las dos vacas necesarias para engancharlas al carro.
Algunas veces tardaba un rato en encontrar la segunda pues cada vaca " andaba por donde quería ".
Siempre me llamó la atención la facilidad que tenían algunas personas del pueblo, jóvenes y mayores, para encontrar sus vacas. Ellos empleaban el método del silbido.
Entraban silbando y sus vacas , que escuchaban los silbidos de su amo, acudían raudas en espera " de un buen pienso " aunque lo que encontraban al llegar al corral era el carro con el " mozo " delantero puesto y las coyundas atadas al yugo.
Mis prácticas de los silbidos dieron muy deficientes resultados y mis vacas no los reconocían. Ellas esperaban que estuviera muy cerca para reconocerme.
En algunas zonas de Africa carentes de agua, los pozos tienen su propio dueño. El dueño lleva sus vacas a beber el agua que saca de los pozos con odres hechos de pieles de animales. Estas personas tienen una canción para cada pozo y las vacas saben cuál es el pozo al que deben acudir a beber por la canción que escuchan.
En Africa es una canción el nexo de unión entre el amo y su ganado.
En Cereceda, hace muchos años, era un silbido.
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Etiqueta Costumbres.
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