martes, 24 de marzo de 2020


NI GATO EN EL PALOMAR, ni cabra en el olivar





En el corral de la casa de mis padres hacían nidos las palomas de D. Juan, el médico de Cereceda.
D. Juan vivía en la plaza, en la casa que mis tíos le compraron y que, por herencia, ha llegado a mi poder. En el " tenao " de la paja y del heno, que D. Juan no utilizaba pues no tenía ganado, las palomas criaban sus pichones con total tranquilidad.
Para subir a ese " tenao " había una escalera de madera. Era una escalera hecha con dos trozos del tronco de un roble, cortados en el taller del tío Paco el carretero, y unos peldaños hechos de trozos del tronco de bardas.
Mis tíos le cambiaron algunos pasos rotos y reforzaron otros.
Esa escalera está todavía en mi corral. Casi siempre está tirada en el suelo. De esa forma ninguna persona ni ningún gato puede acceder al " tenao."
Los gatos, " artistas " en subir por esos peldaños, no podían subir a comer los pichones. Así denominamos en Cereceda las crías de las palomas.
En Cereceda nunca hubo olivos. Los olivos los hay en la Sierra, el " hoyo " de la provincia que tiene un clima mediterráneo.
En cambio en Cereceda eran abundantes las cabras. Una " cabriá " de 500 cabezas. A las cabras les " encantan " los brotes tiernos de las bardas y de los olivos.
El olivo - yo tengo uno en mi huerto - necesita que se le pode todos los años. " Cuanto más me quites, más te daré " dice el refrán, en referencia a la poda y la cosecha del olivo, Ahora están preciosos los brotes verdes. En esos brotes aparecerán las flores y las aceitunas - nosotros nunca hemos dicho ni decimos olivas al fruto del olivo - para convertirlo en un árbol " sagrado."
El refrán hace justicia a dos animales - gato y cabra - considerados " dañinos " para las palomas y los olivos.

Foto  mis-amigas-las-palomas.blogspot.com

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