jueves, 23 de abril de 2020


COMER UN CACHO

Cualquier persona que se acerque a Cereceda puede escuchar esta frase a media mañana o a media tarde.
Es parecido a " comer las once " o " comer las cinco de la tarde ".
Cuando yo acudo en verano y salgo a caminar con mi amigo Silvestre y a recibir " una clase de ciencias naturales o de geografía del pueblo o de cualquiera de las muchas materias " de pueblo " que mi amigo domina a la perfección ( machacar piedra para las carreteras, segar en Villamayor, o hacer una carbonera o una " carga " de cisco ), es normal que al llegar a la puerta de su casa, me diga : " espera que voy a comer un cacho."







Un " cacho " que, en ocasiones, se come en la calle y haciendo uso de la navaja.
Un " cacho " puede ser un trozo de pan y una " tajá " de chorizo - mejor si es cocido que crudo - o un trozo de " adobao ", o " hasta un trozo de relleno que sobró de la comida del mediodía ".
Por la mañana la palabra está dormida porque la salida mañanera es muy temprano y entonces el cacho descansa en el cajón de la cocina hasta la vuelta de la caminata.
Cuando estábamos segando, tanto por la mañana como por la tarde, se paraba a comer un cacho y a echar un trago del barril. Un agua que provenía de alguna fuente cercana al " corte " porque en Cereceda hay multitud de fuentes por todo el término municipal.
" Ir a llenar el barril " era oficio del rapaz o de la rapaza, que se dedicaba a atar el bálago con " centenas " o con un vencejo, o, los últimos años, con cuerdas.
Si estás en el bar de charla con alguien, te puede anunciar que se marcha a casa " a comer un cacho " que no tiene medida. Puede ser muy grande o muy pequeño, según la hora en que se realice, y según la hora " oficial " de la comida del mediodía.
Yo siempre he sido enemigo de los " cachos " y amigo del desayuno, la comida y la cena.

Foto  tucuchilleria.com

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