jueves, 17 de diciembre de 2020

NOVIEMBRE ACABADO, INVIERNO EMPEZADO.

Así es como se decía en Cereceda.

Se lo escuché a las vecinas de la calle Larga : Concepción y Catalina, Cesárea, Jerónima, Magdalena, Isabelmaría, Fermina, y la señora Francisca. 

Debo confesar que nunca supe el porqué a la última vecina del tramo de la calle frente a la fragua, se la llamaba señora Francisca, y eso que se lo pregunté a mi madre. Tal vez, algún día consiga adivinarlo. Siempre estuvo soltera y era " buena amiga de mi familia."

En el pueblo, cuando llegaba San Andrés el frío ya era abundante, pero era la entrada de Diciembre, la llegada de la Fiesta de la Purísima y las primeras matanzas quienes anunciaban, de verdad, la llegada del invierno.

Era el tiempo de llenar el corral de carros de hoja para cama de los animales, de segar " gelechos " para las matanzas, y de " traer raíces y bardones para la lumbre."

La llegada de Diciembre hacía que mi padre " tapase " las patatas del cuarto ( en mi casa el cuarto de las patatas estaba junto al corral ) para que no se helasen, o de que " echase " sacos vacíos encima de la cebada que había en la panera del " sobrao ".



A mí me interesaba que el poco trigo que quedaba en la panera y la cebada, tampoco mucha, no se helasen porque allí estaban escondidas las manzanas y las peras que había recogido en setiembre cuando estaban sin madurar.

- Esas peras están más duras que los pies de un santo, decía mi padre. Y mi madre me decía que las subiera al " sobrao " y las enterrara en el trigo y en la cebada. " Ya verás cómo en Navidades están maduras ", añadía.

Foto  google.com



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